Ellas somos así XCIV – Otoño

Remigio lee en uno de los bancos que hay en el patio de la residencia. Los rayos del sol le calientan las piernas, poco a poco, sus párpados se cierran. Rosa y Rosalina, se sientan en otro banco, enfrente de Remi, y sonríen mientras contemplan...

Migas XIII – Eolo sujeta a la muerte

La muerte discurre lentamente / entre los ríos Leteo y Mnemósine, / acaricia sus orillas / a lomos de los suspiros de Eolo. / Eolo empuja a la muerte / por los recodos vividos, / o la hace volar por entre los juncos, /...

El hogar de la vida LXV – Niños sin infancia

Un escalofrío recorrió el auditorio en donde se celebraba una gala musical para recoger ayuda a favor de los niños de la guerra de Ucrania. Antes de comenzar el concierto, se proyectó un documental de huérfanos que se habían quedado sin nada en distintos...

Migas X – Los “Interiores” de Nuria Antón

Allá en el fondo del mar, donde la vida nace, aletea el impulso de la diosa Kaia. Ella, Kaia, nació ave, pero sus raíces edénicas, la hicieron serpentear hacia la manzana que el último dinosaurio le arrebató al dios del viento. Kaia, fue a...

Migas IX – Quinta edición de Passionato

Estaba en el sofá, donde llevaba masticando toda la tarde aquel recuerdo que se le había aprehendido al pecho, lleno de apatía y desaliento, cuando el móvil vino a ponerle en el presente. Leyó los wasaps: - Te recuerdo que dentro de una hora...

Migas XX – Me quedo en AEDO

Cuando salí del baño la cafetera ya regurgitaba su extraordinario aroma por toda la casa. Tomé del frutero un plátano de la frutería del pueblo, también unas fresas, un kivi y unos arándanos. Coloqué los frutos secos, comprados en la tienda de golosinas del...

Migas VIII – Miga a miga se alivia la barriga

-A media tarde es la mejor hora para recoger las migas. Mira ¿ves?, ahora hay menos gente sentada en la terraza, es cuando el camarero se toma un pequeño tentempié, es el momento sígueme y estate siempre alerta por si hay que salir disparado....

Migas XXII – Nacer, crecer y morir

Encima de los cascotes de su casa, una niña gazatí, sentada en una silla de plástico, de las de terraza, abraza a su muñeca amputada mientras escucha una canción oscura y tétrica a la que ya está acostumbrada. Alguien grita: Al refugio, vamos. Pero...

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