Estaba en el sofá, donde llevaba masticando toda la tarde aquel recuerdo que se le había aprehendido al pecho, lleno de apatía y desaliento, cuando el móvil vino a ponerle en el presente. Leyó los wasaps: – Te recuerdo que dentro de una hora tenemos cita en la sala Fundos, para el primer concierto de la quinta edición de Passionato. – Por cierto, tiene muy buena pinta, son los “Viajeros del swing” y traen la música de Nueva Orleáns de mediados del siglo pasado. – Nos vemos.

Se incorporó y se dirigió a la cocina a beber un vaso de agua. Su cabeza estaba aturdida, la mente seguía con aquel runrún que le atrofiaba las ganas de hacer cualquier cosa. Sería mejor no haber quedado, estar en casa encerrado, encerrando los deseos y las ilusiones en el mutismo, era el plan que tenía para aquella tarde de sábado. Solo quería estar tumbado, por no decir tirado en el sofá y aletargarse, perderse en esa somnolencia que pone niebla a la tristeza. Tenía que sobreponerse, aceptar que su novia se hubiera ido hacía varias semanas a trabajar tan lejos. Igual me viene bien asistir al concierto, pensó mientras se preparaba.

– Gracias por avisarme para acudir al concierto, si no me lo recuerdas estaría amurriado en el sofá. El concierto ha sido una alegría para el corazón, me ha venido de maravilla. Es como si me hubieran inyectado una dosis de energía.

Lamiguería: Creo que lo que le pasó al personaje del relato, lo podríamos extrapolar a todas las personas que asistieron al concierto de “Viajeros del swing”. Un cuarteto que hizo las delicias musicales y que alegró la tarde al conjunto de escuchantes. Un cuarteto en el que la tuba, está extraordinariamente tratada por Abel Fernández, que como él mismo dijo, lleva el pueblo de Veguellina de Órbigo por todos los rincones, y son muchos, por donde el maravilloso viaje de la música le ha llevado. Como vecino de Veguellina de Órbigo, comenzó sus estudios musicales en la escuela de música del ayuntamiento de Villarejo de Órbigo, luego pasó a la banda “Sones del Órbigo”. Abel también agradeció la enorme labor del director de la banda, Luis García de Longoria, que ha sido el mayor impulsor de que hoy tengamos en el ayuntamiento la música como uno de nuestros pilares culturales.

La música acoge y sobrecoge, nos predispone a la creatividad, nos da alas para volar con los pies sobre la tierra y une. Cada vez que se nos suba la rabia a la cabeza, no estaría mal sentarnos a escuchar música para calmar nuestra sed de inmediatez y de ego. Así que gracias, gracias,  “Viajeros del swing” por llevarnos en vuestro tren de música y alegría a los sentimientos que bailaron al son de vuestras notas, de vuestra gracia, de vuestra chispa y por supuesto de vuestra sabiduría.

Manuela Bodas Puente – Veguellina de Órbigo