-Venga Rosa, te toca tirar carta, no te lo pienses tanto. Increpó Remigio

Rosa miró hacia un lado y hacia otro, posó las cartas bocabajo y respiró profundamente: – Un respiro por favor, que me ha dado un sofoco de campeonato, y cuando viene uno de éstos, también trae un come, come, un roe, roe, que no la deja a una tranquila durante el rato que dura.

La partida se detuvo unos minutos, a Rosa se le perlaban el entrecejo, la zona del bigote, la nuca, hasta las ideas le sudaban.

-Ya lo decía mi madre, comentó Romualdo, que las mujeres pagáis un arancel cada mes con la regla hasta que llega la menopausia, y  muchas, tenéis  que seguir pagando arancel a causa del climaterio, varias veces al día. Recuerdo que mi madre también tenía épocas depresivas, o de nerviosismo en esta fase de la vida. Tanto ella como la familia, estábamos un poco asustados cuando la veíamos pasar alguna de aquellas rachas, hasta que el médico de cabecera, la envió al ginecólogo. Gracias a él, al menos podíamos atribuir aquellos síntomas tan desagradables a lago natural.

Rosa cogió las cartas, y la partida retomó su rumbo.

Remigio sonriendo espetó: – Ha pasado el sofoco de las seis y le acarició el brazo. Ya te digo yo que si los hombres, tuviéramos que pasar por eso, no sé si tendríamos tanta paciencia.

– La tendríais, dijo Rosa, que remedio. El instinto femenino, también está en vuestra genética, y ese instinto siempre ayuda a todos a la hora de templar la vida.

Mordida existencial: Dedicada esta mordida a todas las mujeres que con la menopausia, tienen que soportar distintas alteraciones en su vida ordinaria, sin ser muy bien comprendidas por las personas que no las padecen. Ya se sabe que hasta que no nos toca pasar por el mismo aro que al prójimo, no sabemos de verdad lo que está padeciendo el otro.

Para soportar mejor los trastornos que supone la menopausia, desde luego, hoy en día para las mujeres que han nacido en países, con una buena sanidad, como es el nuestro, la calidad de vida, puede mejorar mucho gracias a los especialistas en la materia. También se ha mejorado mucho en comprensión, gracias a que se habla de ella con mayor naturalidad cada vez, eso da conocimiento y comprensión a los/las  que no la padecen.

Pero: ¿Qué es de todas las mujeres que viven en zonas dónde aún es tabú un trastorno tan natural y de interés social y general? ¿Cómo lo tuvieron que pasar nuestras antecesoras en tiempos no tan lejanos?

La menopausia es de todos, ayudémonos a pasarla de la mejor manera posible.

Manuela Bodas Puente – Veguellina de Órbigo