Allá en el fondo del mar, donde la vida nace, aletea el impulso de la diosa Kaia. Ella, Kaia, nació ave, pero sus raíces edénicas, la hicieron serpentear hacia la manzana que el último dinosaurio le arrebató al dios del viento. Kaia, fue a suplicar a su amado Mucah: -¡Oh, mi amigo y benefactor Mucah, dame la energía que el monstruo me ha usurpado!

Kaia se refería a la energía de la manzana que no había podido comer. Así es que Mucah, el dios de las cosas buenas, llamó a Náuticus, el dios de las cosas bellas,  para que la ayudara.

Náuticus se dispuso alegre a llevar en su redondez de planeta rítmico, a la bella Kaia. En la barriga agujereada de Náuticus, Kaia viajo encajada en el ritmo de la creación, como si fuera una sirena, ¿lo era?, enamorada de su corcel. Tanto el dios Náuticos como Kaia, estudiaron un conjuro mágico para depurar los mares y dejarlos limpios de plástico, de detritus, de toda la inmundicia que la inmediatez actual expele a la madre Naturaleza.

Pero… ¿podrán depurar la energía obtusa de tantos cerebros desamparados del sentido común?

Lamiguería: Este relato quiere ser un agradecimiento a los “Interiores” de Nuria Antón. Los tres personajes, son solamente tres migas de la trabajada y creativa exposición a la que Nuria Antón nos invita a visitar en la Fundación Vela Zanetti de León. “Interiores” es una exposición de escultura en los que esta artista me ha hecho recorrer las incógnitas que el barco de la vida lleva en sus bodegas, a saber y entre otros, la búsqueda de la que soy o de la que quisiera ser en ocasiones; el reencuentro con las otras que van en mi mismo cuerpo, el amarre a ese oleaje en el que estoy mientras respiro, la alegría de estar viva, la maraña de interiores desabrochados que cuando son alcanzados por la luz logran significar la sutileza de vivir… Puede que los “interiores” de Nuria Antón, sean muy parecidos a los interiores del otro, de las otras que nos acompañan en el viaje hacia la nada. Los interiores de todos y cada una de las vidas que vamos siendo y a las que vamos acompañando en nuestro entorno más cercano. En estos momentos de convulsión, inmediatez, odio y también de historias que nos hacen más cercanos, merece la pena, y mucho, acercarse y confundirse con esa extraordinaria energía que emana de la piedra a la que Nuria ha logrado hermanar con su propio latido.

Manuela Bodas Puente – Veguellina de Órbigo.