¿Qué manos apuntalarán / las fibras heridas del feminicidio? / ¿Quién besará las postillas del miedo / a esos cuarenta y cinco ángeles caídos? / En la despensa, allí me refugiaba / cada vez que el trueno invasor / descargaba su tormenta de pus / en las superficies familiares / que mamá cuidaba / con sus manos de hada. / Sus manos, en las que cicatrizaban / mis desvelos y todos los miedos / acumulados en la rutina de la noche. / La noche, era mucho más noche, / porque era cuando él volvía a casa. / Por el ruido de la puerta al cerrarse, / ya nos llegaban los ecos / de sus vísceras amargas. / Nos mirábamos. A tu cuarto, rápido. / Mamá me daba un beso muy dulce / y yo salía de la cocina, / con el temor pegado a mis alas cercenadas. / Pero la desgarradura final / vino un domingo a la hora de comer. / Aquel domingo todo era erupción, / temblábamos, los tarros de compota, / que mamá hacía con sus manos de hada, / y yo, temblábamos esperando / que la baba del volcán nos pudriera. / Un tremendo golpe me hizo salir corriendo. / Por el pasillo se iban alborotadas / todas las vidas que ya nunca tendré. / ¿Qué manos apuntalarán ahora / mi cuerpecillo mal herido? / ¿Quién me besará los miedos / acongojados para siempre en las sienes? / Confieso que después de muchos años, / para no seguir tan sola, tan huérfana, / aún me imagino sus manos posadas / en las superficies impolutas de mi corazón, / donde mamá nunca ha llegado a posar / sus preciosas manos de hada.
El autobús nos había dejado en las inmediaciones del Perito Moreno. Sí, visitábamos el famoso glaciar. Estamos en 3023 y por suerte sigue ahí. Sigue dejando boquiabierto a cualquiera que lo contemple. Naturaleza estuvo tan acertada dejando a la humanidad mil años bajo su superficie, que el cambio climático fue dejando muy lentamente de dañarlo todo. Nos acercamos a una piedra grande marcada con una señal. Nuestra profesora nos explicó que allí se había encontrado un folio con un poema escrito que seguramente alguien perdió cuando visitaba el glaciar.
Creo, dijo la profesora, que hoy, que la cifra de huérfanos por feminicidio asciende a cuarenta y cinco, naturalmente hace mil años, no estaría mal leer aquel manuscrito que se conserva en el museo que luego visitaremos.
Neuronada: Suponiendo que la humanidad llegue al 3023. ¿Se habrá expulsado del adeene social humano, el mirar para otro lado cuando un reguero constante de asesinatos de mujeres, deja un río de huérfanos, ahogados para siempre en la pérdida, la soledad y el miedo?
Manuela Bodas Puente – Veguellina de Órbigo.