El Auditorio de León acogió un canto a la libertad y a la esperanza de mano de Paco Ibáñez.

Muchos amigos, admiradores y fans nostálgicos entre un público que abarrotaba la sala. Jóvenes de todas las edades (porque nos hizo recobrar aquellos años de ilusión y confianza). Aplausos antes y después de cada canción, que nos invitaba a corear. Y satisfecho del resultado comentaba riendo, que si volvía a la capital leonesa, y esperaba volver, nos contrataría como coro.

Dedicó el concierto al Pueblo Palestino y en varias ocasiones criticó a los Estados Unidos, asegurando que no ha ido ni piensa visitar nunca  un país que es fuente de muchos males en esta sociedad.

Después, las canciones: ”Pues amarga la verdad quiero echarla de la boca”- Y la palabra nos trasmite la dureza e ironía de Quevedo entristeciendo los corazones por su vigencia.

Llega  Federico García Lorca y su poema, llevándonos con “La Canción del Jinete” por Sierra Morena en la desgarrada voz de Paco Ibáñez.

Más tarde, y siempre: Brassens. En una entrevista realizada  por Juan Cruz para el País Semanal en 2019,  Paco Ibañez,  este cantautor valenciano afincado ahora en Cataluña y parisino de corazón, que comenzó su carrera cantando a las vacas que cuidaba en el caserío vasco de su familia, habla de la importancia del trovador francés en su vida: En París aprendí a tocar la guitarra y tuve la suerte de descubrir a Brassens, al pintor venezolano Jesús Soto… Este tenía una gran personalidad. Me enseñó a no hacer concesiones”.

Ni una sola concesión en el arte, aseguraba ayer en el Auditorio de la capital leonesa. En la vida, todas las necesarias.

Con Mario

Antonio Machado, Violeta Parra, Blas de Otero…, Alberti, para todos una palabra de reconocimiento y alguna anécdota, divertidas siempre, sorprendentes en ocasiones.

La magia de los poemas pasaba de su voz a nuestra memoria, rememorando la Universidad y los Colegios Mayores, un tiempo de anhelos, de ilusiones compartidas, de cambio.

Por él y con él aprendimos sus canciones, que son ya, nuestras, de todos. Y descubrimos los versos más hermosos.

Después, “Palabras para Julia” y en la sala se hizo un silencio total, espeso y dulce, lleno de tristeza; un poema que un día le regaló su amigo José Agustín Goytisolo en la azotea de su casa barcelonesa. Nos cuenta Juan Cruz  en esa memorable entrevista  de 2019, que “Paco ejerce el oficio que el antiguo filósofo Zenón aconsejaba a los de su estirpe: la carpintería. El padre de Paco fue ebanista republicano, y el cantante aprendió a seguirlo en esa pasión por domar la madera…Puede parecer un monje..  es, sin embargo, un hombre que abraza como un oso y se ríe con todo el cuerpo. Cocina, además, y es afectuoso.

Habla también en el reportaje de los maoístas que le abuchearon en Valencia, del agradecimiento a Serrat, del fanatismo que impera en el mundo y de la necesidad de recuperar la utopía y la ética.

Y  cuenta una anécdota con Alberti, en Jaén. “Un periodista me entrevistó y, al lado de Rafael, me preguntó por la URSS. Despotriqué contra Stalin, sin darme cuenta de que Alberti era comunista. Entonces el entrevistador se dirigió a él para saber si estaba de acuerdo conmigo. Esto dijo el poeta: “Yo estoy de acuerdo con lo que dice Paco y con lo que va  a decir…

Un libro de Brassens, el Quijote y Atahualpa Yupanqui están a su alrededor; la casa está llena de poesía, hasta en el taller de ebanistería, finaliza  su artículo Juan Cruz.

El concierto tocaba a su fin, antes, dos canciones vascas, una que cantaba su madre, acompañadas de un acordeón tocado con maestría por un músico vasco. Las bromas por los olvidos y las partituras pérdidas, no se sabía si eran ciertas o fingidas con el guitarrista que le acompaña siempre  -Mario- hacían las delicias de un público que no se quería ir.

Paco Ibáñez preguntaba por las canciones que queríamos escuchar y sonaban voces por todas las esquinas: “Canto a la libertad”     “La poesía es un arma…”, “Soldadito Boliviano”…”Andaluces de Jaén,” “A galopar”, “Córdoba  lejana y sola” la otra,.. aquella…

Las luces se encendían avisando que era hora de irse, pero nadie quería marchar, ni siquiera el poeta-cantor al que se veía alegre, emocionado, divirtiéndose y a la vez creando esa magia que nutre la poesía.

El público llenó la sala

Con el público cantando a coro, entonamos “Andaluces de Jaén” (la letra de Miguel Hernández) y acabó con el maravilloso “A galopar” de su amigo Alberti. No podía ser de otra forma.

Un concierto memorable en el Auditorio leonés.

Un trovador noble y bueno. Nos queda gracias a él, y por él, la Palabra (Blas de Otero):

Si he perdido la vida, el tiempo, todo / lo que tiré, como un anillo, al agua, / si he perdido la voz en la maleza, /me queda la palabra.

Con palabras alentadoras y esperanzadas de un “Palabras para Julia” de su querido  José Agustín Goytisolo:

La vida es bella, ya verás/ como  a pesar de  los pesares/

tendrás amigos, tendrás amor/…. Tendrás amigos..

 

Victorina Alonso Fernández con la luna de enero soñadora, grande y hermosa, un 27/01/ de 2024