La directora de la residencia les había propuesto que hicieran fichas para hacer sus peticiones respecto a las cosas que querían que les llegaran desde fuera, ahora que no podían salir debido al Covid-19.

Romualdo fue el primero. Necesitaba un cable para dar corriente a su máquina fotográfica, se le había roto el que tenía. Pero quería que se lo compraran en la tienda del pueblo que se dedicaba a electrodomésticos y aparatos electrónicos en la que compraba siempre.

A Rosalina le hacían falta óleos de ciertos colores, para continuar con la obra que ahora se traía entre manos. Pero subrayó en la ficha la tienda en donde se debían comprar, a ella la conocían y sabían perfectamente qué marcas utilizaba.

Para Remigio era esencial que el  encargo, se le hiciera al librero al que acudía con asiduidad. Después de un tiempo, ambos eran amigos, y les gustaba muchísimo hablar largo y tendido de sus obras, de los autores que más les gustaban, de las editoriales que para ellos, se esforzaban en ofrecer un libro bien terminado.

Rosa era la reina de la aguja y el hilo. Tan pronto estaba tejiendo un jersey para la nieta de Romualdo, como le hacía unos patucos para el nieto o biznieta de alguno de los residentes. Así que necesitaba con urgencia que su mercera de toda la vida, recogiera el recado que había apuntado en la ficha.

Mordida existencial: Alguien colgó en Facebook, un texto muy bien traído al respecto de que nos tenemos que unir para que el pueblo no decaiga más en estos tiempos de cierres. De ahí el escrito de hoy. Es cierto que la enorme ola de consumo en la que estamos inmersos no nos deja ver el plácido lago que tenemos en los pueblos, donde ir a comprar a las tiendas de siempre, es un acto de acopio, pero también y sobre todo de socialización. Nada que ver con las grandes superficies, en las que todo es impersonal y hay tantas mercancías, que al final se te olvida comprar el producto que más falta te hacía. Pues eso, que estoy total y absolutamente de acuerdo con visitar a nuestros vecinos los tenderos, que nos conocen y nos saben aconsejar, además de darnos conversación, esto último a veces, no es pago con dinero; ya que a muchas personas les sirve de terapia que el atento vendedor les escuche y aconseje. Comprar lo necesario en nuestras tiendas, es una de las buenas rutinas en las  que nos está educando esta terrible situación.

            Manuela Bodas Puente – Veguellina de Órbigo.