En casa de Clotilde no cabía un alfiler. Hala, Mazem, Samir, Ghada, Khaled y Ahmad, estaban en la sala, pegaditos cada uno con sus instrumentos, esperando que la puerta de entrada, diera la voz de alerta, para comenzar con el concierto. Hoy era el cumpleaños de Julia, la hija de Clotilde. Sin saberlo ella, sus amigos habían preparado un concierto para cuando llegara del trabajo. Un concierto con el sabor de la música tradicional siria. Hala, Khaled y Ghada, eran las tres voces del grupo, acompañadas por Mazem que tocaba el rabel que le había regalado Clotilde, por Samir que sacaba lo mejor de la darbuka y por Ahmad, que ya manejaba como un maestro el oud, un instrumento musical de su tierra, parecido al laúd. La llave girando en la cerradura de la puerta dio la voz de alerta, comenzaron a entonar una hermosa canción que inundó de felicidad y emoción el corazón de Julia.

La música no sabe de colores, ni de rangos, ni de altos, ni de bajos, ni de pobres, ni de ricos… Pero sí sabe de los palos que hay que tocar para llegar al corazón, sobre todo al corazón de las personas que han tenido que dejar sus hogares muy lejos para salvar sus vidas.

Todos somos refugiados a lo largo de nuestras vidas. Cuando nos sentimos débiles, por enfermedad, por abandono, por injusticia, por pobreza, por humillación… Todos necesitamos refugiarnos en alguien, o en algo, porque en condiciones adversas, nosotros mismos nos vemos expulsados de la garra que nos une a la vida y  estar vinculado a la música, es una extraordinaria manera de sentir la existencia.

           Mordida existencial: El pasado sábado, celebrando a Santa Cecilia, tuvimos el gustazo de poder escuchar a nuestra querida banda “Sones del Órbigo”. Como siempre nos tocaron la fibra y nos dejaron lo mejor de cada uno. La emoción palpable en los asistentes. Siempre nos sorprenden para bien. Se superan en cada concierto. Es emocionante ver a vecinos, padres, abuelos, nietos, hijos, primos, cónyuges…dar lo mejor de sí mismos. Dar la enhorabuena a cada uno de ellos por su esfuerzo y tesón y a su director agradecerle su sabiduría y paciencia. La música es el mejor refugio para escuchar la vida. ¿Quién nos iba a decir, hace la friolera de veinte años, que íbamos a poder disfrutar de una banda tan extraordinaria como la que ahora tenemos en nuestro ayuntamiento? Un recuerdo muy especial a todos los que hicieron, hacen y seguirán haciendo posible este hermoso proyecto.

Manuela Bodas Puente – Veguellina de Órbigo