Vítores de gloria y de victoria se alzan a las alturas de la azulada inspiración, porque los hombres siempre sueñan mirando a lo alto. Nace España la verdadera, la que escucha al mundo y se deja oír, nace nuestra patria no hace tanto, apenas 40 años y después de mucho trabajar y sufrir por convivir y entendernos, nacemos unidos con un sólo afán: dejar atrás el pasado y caminar unidos y con ilusión por un proyecto común que es España.

Pero ante esos vítores de alegría, ante palabras que resuenan con eco, como el que se se oye de los casquillos al caer en la Gran Cámara un día 23 de febrero, ante estos ecos de luz hay un gérmen de maldad, hay un gérmen de egoísmo que empieza en poca cosa, cubierto de justicia y de libertad de expresión comienza a escribirse una tragedia mientras dormíamos felices y confiados.

Con la expresión plural de los diferentes partidos políticos nace en nuestras mentes una nueva concepción de la vida pública, y los ataques y las desvergonzadas palabras de nuestros representantes se nos antojan fruto del momento, algo pasajero que se puede perdonar, pero más allá de esta feliz mentira compasiva nacida a través del tubo catódico , que bien entraba por nuestros ojos y quedaba grabada en nuestro recuerdo,  lejos de la mentira lo que realmente había era la secesión, el derecho a separar a los buenos españoles entre sí, dividiéndoles en socialistas y “peperos”, en rojos y fachas, en “culés” y “merengues”…

Yo solo era un niño cuando vi por primera vez cómo se teñía de política la bandera de mi equipo, en aquel entonces el F.C Barcelona, y al ver eso me horrorizé, aquel atentado contra la deportividad y a la diversión me pareció un ultraje y abandoné mi afición por el fútbol, mis amigos que eran el Real Madrid eran más importantes por ser quienes eran que por ser los posibles representantes de una opinión política.

¿Quién le dió permiso a los políticos para mentirnos? Cuando se alzan en sus tribunas nos dicen que nos engañaron, un día nos engañó Felipe González con el caso GAL y con otros miles de chanchullos económicos y al día siguiente fue Aznar con la falta de diálogo con un pueblo que se negaba a entrar en el conflicto con Irak, y con una serie de medidas que afectaron a la burbuja inmobiliaria, y después nos engañó Zapatero con sus brotes verdes, y ahora nos engaña Rajoy con su austeridad y falta de comunicación ante la avalancha de casos de corrupción en su partido. Siempre nos están engañando, ningún político se atreve a sacrificarse por el bien de España, ninguno se atreve a salir a los medios y decir algo como:

“Pueblo español, ustedes no han votado con responsabilidad, no han querido leer las propuestas de sus representantes, no militan todo lo que debieran, solo se preocupan de discutir en bares con alguna cerveza de más, y se dejan llevar con facilidad por las noticias televisivas, lo mismo odian que aman, y por eso hoy votan al PSOE y mañana al PP porque no quieren responsabilidad democrática, solo buscan alguien que les resuelva los problemas. Por eso, pueblo español los culpables de todo son ustedes y su mal voto, los partidos son solo sus representantes, elíjanlos bien.”

No solo nos mienten, nos enfrentan unos a otros, porque nos sentimos engañados, y unos por otros al final los socialistas son culpables de haber “engañado” a los peperos, y los peperos de haber “engañado” a los socialistas, a fin de cuentas todos españoles pagadores de impuestos y obligados a pagar facturas y trabajar 8 o más horas al día según cada caso.

Esta es la primera secesión, el bipartidismo.

Nacimos con un propósito, ser como las florecientes naciones europeas, que tras el destartalamiento de la 2ª Guerra Mundial y de la Guerra Fría estaban demostrando al mundo su capacidad de recuperación y superación, y nuestra España no quería ser menos. Nacimos unidos bajo una misma bandera al amparo del antiguamente llamado “Caudillo”, queriendo demostrar que lejos de su “amparo paternal” podíamos crecer y hacerlo mejor,y no le faltó el tiempo a los buitres para levantar otras banderas con afán de recaudación de oscuros intereses.

Nacieron las Comunidades Autónomas, y con ellas aparecieron organismos que usurpaban antiguas administraciones y que creaban duplicidades, el dinero empezó a correr y el gasto público se disparó, las ayudas europeas ayudaron a paliar ese gasto hasta llegada la reciente crisis, pero todo tiene un fin.

Si todo hubiera sido dinero habría sido fácil de resolver, pero una oscura y perversa voluntad quiso consolidar medios poco éticos de mantener el negocio autonómico, y ese fue el nacionalismo. Nacionalismos tenemos muchos, fíjense de una sola España lo que nació, vascos, catalanes, gallegos y asturianos, leoneses y castellanos, andaluces y valencianos, el afán de recaudación y de secesión llegó incluso a Canarias…

Nos volvieron a engañar diciendo que éramos diferentes, y que por ser diferentes teníamos derechos distintos, curiosamente todo vuelve a ser culpa de los políticos, que nos dicen mentiras y nosotros, pobres de nosotros, no podemos hacer otra cosa que creerles y pagar las consecuencias. Un ciudadano responsable que se dedicara a la política diría algo así:

“Pueblo español, todos son iguales, da igual de qué región del país sean, todos trabajan por su familia, quieren ganar mejores sueldos, quieren irse de vacaciones llegado el verano, todo el mundo quiere poder envejecer al lado de sus nietos, todos han crecido aprendiendo a superar la cultura racista del pasado, ya no perseguimos a la gente de color, no miramos con desprecio a otras razas, y sin embargo han sucumbido al odio contra sus propios compañeros de ruta. Los políticos solo decían palabras, eran ustedes quienes dejaron que su corazón se envenenara con la envidia.”

Hoy estamos ante la sucesión de la antigua secesión, nos dividieron por partido político, nos han dividido por región geográfica, y hay quienes alzan voces discordantes cuando Cataluña presenta planes de secesión… ¡qué disparate!

Y yo digo que esto solo es la sucesión de los antiguos Señores de la Secesión, esos señores feudales que exijen su cobro porque no les hemos echado de nuestras tierras.

Nos hemos dejado engañar por cobardía, nos hemos dejado engañar por mojigatería, porque valía más la pena evitar el conflicto que decir las cosas como son, nos hemos dejado engañar porque hemos sido ingenuos.

A España no la separan los catalanes, ni los vascos, ni los gallegos, ni los leoneses ni castellanos, ni aún los valencianos o los andaluces, sin olvidar a los canarios, a España la separan cuatro señores de bolsillo bien alimentado que por tener derecho a lucir bien en medios comunicativos le han dicho al pueblo una colección de mentiras, y nosotros, el pueblo, hemos sucumbido ante ellos porque en vez de soñar con trabajar duro por un país mejor, hemos soñado que aquellos señores podían hacer por nosotros lo imposible, es decir, que españa fuera grande sin que tuviéramos que hacer nada.

Si algo cabe decir de Cataluña es que somos nosotros, los españoles, los que hemos dejado que esto sucediera, cuando votábamos a partidos que hacían coalición con los partidos nacionalistas, cuando nosotros, sí nosotros, con nuestro voto le dimos soberanía a partidos que querían separarnos y crear fronteras (en plena era de la globalización…), si mañana somos un país dividido será porque hemos tenido la secesión en el corazón desde el principio, hemos tenido el corazón dividido entre el “voto responsable” y el “voto holgazán”.