-Estoy totalmente de acuerdo. Es cierto. Dijo Remigio sonriendo.

Remigio, Rosa y Rosalina, estaban sentados en un banco del amplio pasillo de la residencia, jugando a adivinar quienes eran los compañeros que transitaban por él. Al llevar mascarilla es a veces difícil reconocer a  la gente. La nieta de su compañero recientemente fallecido, Romualdo, les había instado a que jugaran a conocer a los demás por sus siluetas, por sus lenguajes de cuerpo, por sus poses, por sus ademanes, y se lo estaban pasando muy bien.

-¡Fijaros, dijo Rosalina, ese es fulanito! Su forma de inclinar un poco un hombro, lo caracteriza.

– Y aquella es menganita, mira que garbo, es inconfundible. Explicó Rosa

– Si estuviera aquí Romualdo, con el humor que tenía, nos haría desternillarnos. Este juego de adivinar por la gesticulación corporal está muy bien. Argumentó Remigio.

Los tres se lo estaban pasando tan bien, que se les unieron algunos de sus compañeros de vida.

Mordida existencial: Vienen los párrafos anteriores a que ahora, que vamos por la calle distanciados y con mascarilla, con gorra, o gorro para quitar este frío de nuestros años mozos, a veces alguien te dice adiós y contestas por educación, pero te lleva un rato conocer a la persona, eso si lo logras. A veces opto por preguntarle abiertamente que quién es,  y así terminamos antes.

Pero creo que estamos adquiriendo conocimientos anatómicos nuevos de las personas a base de fijarnos más, para saber quién es ese que va por la acera contraria y que nos suena mucho, pero al que no acabamos de identificar. Bien es verdad que hay personas que tienen los mismos andares, o gestos corporales muy parecidos a sus antecesores y por ahí sabes de quién se trata.

Antes de la pandemia, ya me sorprendía ver a alguien andando delante de mí, y decirme a mi misma, madre mía igualito que su padre por detrás, la genética marca mucho en la familia. Es cierto que cuanto mayor te haces,  notas más rasgos de tus padres o abuelos, o incluso tías y tíos en tu fisonomía, la del rostro y la del cuerpo. Ahora que llevamos los rostros escondidos, nuestras siluetas son muy importantes. Aunque lo más importante y responsable es cuidarnos mucho hasta que nos llegue el turno de vacunarnos.

Manuela Bodas Puente – Veguellina de Órbigo.