Pajarito que cantas en la laguna / no despiertes a mi niña que está en la cuna. / Ea la nana, ea la nana, duérmete lucerito de la mañana. / Pajarito que cantas junto al arroyo / no despiertes a mi niña, ¡qué duerma un poco! / Ea mi niña, ea mi niña, / duérmete lucerito del alma mía. (Parte del poema “Variaciones sobre una nana”)

Las palabras son como migas que quedan sembradas en el mantel, en el suelo, en la rutina de los días. Hay personas que al recoger esas migas-palabras, las mecen, las acunan con su manera de sentirlas, de amarlas. Eso es lo que hace Mercedes González Rojo con las palabras, las recoge y las convierte en sentido sentimiento que se convierte en poesía. Por eso en este último poemario, lejos de repetirse, toma una trayectoria preciosa para dedicar sus bellos poemas a la población infantil, aunque después de habérmelo empapado con emoción y sintiendo esa punzadita que te da la lectura de lo bueno y hermoso, tengo que decir que a mi me ha salpicado de emociones, es decir, que es tan recomendable, según mi humilde opinión, tanto para niños como para adultos. Este poemario que tengo delante de mí, mientras escribo estas letras, titulado “Poemas para días de sol y lluvia” es una perla cultivada con mimo y cariño, eso se nota en cada una de las frases. Es una perla que hay que leer y releer como si fuera una medicina para el corazón. El libro está editado magníficamente hay que decirlo por ediciones “Lobo Sapiens”. Comienza esta nueva aventura de Mercedes González Rojo con un prólogo de una gran sabia en lo que a literatura se refiere, Mª Camino Ochoa Fuertes, quien nos explica muy bien el tiemblo que posee este libro de afectos y sentimiento. También entre sus páginas nos sumergimos en las exquisitas ilustraciones de otra gran artista, Carmen Gómez Ordás, que con su pulso poético nos mete de lleno en las historias que Mercedes nos cuenta. Un tándem que nos ha dejado en este poemario su más sentida manera de hacer las cosas con entrega y belleza.

Manuela Bodas Puente – Veguellina de Órbigo