La familia de Samir, acudió a la sala de exposiciones el día de la inauguración. Hala y Mazem, no se podían creer que su hijo tuviera esa capacidad artística, pero ante la contemplación de sus dibujos, tuvieron que rendirse a la evidencia. No bastaba con eso, cuando paraban a ver alguna de las pinturas, siempre había alguien que comentaba lo impresionante del trazo, del color, del juego de luces, del realismo que imprimía el autor en sus obras. Allí estaban también su hermana Ghada, su querido amigo-hermano Ahmad con Julia, y el hermano de éste Khaled, que miraba boquiabierto los cuadros.

           Al lado de la sala de exposiciones, una gran biblioteca exhibía volúmenes de distintos tamaños y colores. Hala se había percatado de ello al pasar hacia el lugar donde su hijo tenía colgadas sus obras. En cuanto vio que Mazem, su marido, se quedaba entretenido hablando con alguno de los compañeros de trabajo que habían venido muy cortésmente a conocer las habilidades de su hijo, se fue sigilosamente acercando a la puerta de la biblioteca, una vez allí, entró y se sentó sin apenas mover el aire, en uno de los pupitres. Contuvo la respiración unos segundos. Observó absorta las cuatro paredes llenas de libros. Estuvo así durante un rato, hasta que comenzaron a llegar de una en una, o varias a la vez, distintas personas que se colocaban directamente en una parte de la biblioteca donde ya había dispuesta una gran mesa y sillas a su alrededor, como esperando un acontecimiento.

           -Disculpe. ¿Quiere unirse a nosotros?

           Aquella voz la sacó de su ensimismamiento. Se encogió de hombros y miró sin saber qué decir.

           -Perdone, no me he presentado, soy Helena, la bibliotecaria y hoy tenemos nuestra cita mensual del “Club de lectura”

           – Lo siento, siento molestar, ya, ya me iba. Perdón. Hala se levantó con intención de salir por la puerta. Club de lectura, pensó, nunca he oído hablar de ello, me iré para no interrumpir, pero la mano amigable de Helena en su hombro, le restó tensión al momento.

           – No molesta, ni tiene que irse. Yo le pediría en mi nombre y en el mis compañeros del club, que se quedase y se uniese a nosotros para comprobar si le gusta lo que hacemos. Luego usted decidirá si vuelve o no.

           En el corazón de Hala se abrió un refugio de alegría. A ella le gustaban mucho los libros. Rememoró cómo leían su hermana y ella a la luz de una vela hasta que ya no podían más. Leían los libros que iban comprando en el zoco con el dinero que sacaba su hermana haciendo retratos. Si, se quedaría, así podría saber qué era eso de un club de lectura. No podía ser nada malo, un sitio en el que hay tantos libros amorosamente unidos, tiene que ser una capilla de sabiduría y calma pensó.

Mordida existencial: Si aún no te has acercado a nuestro club de lectura, no al de la historia, en el que Hala recaló, no. Me refiero al Club de Lectura “Río Órbigo” de Veguellina de Órbigo, sito en la biblioteca del I.E.S del mismo nombre; puedes hacerlo el próximo viernes 15 de diciembre para solidarizarte con las mujeres de Ciudad Juárez. Será un acto solidario, poético y emotivo, donde se soltarán palabras, sentimientos y versos por tantos mujericidios como se materializan en esa ciudad y en tantas otras. Este acto que organiza desde hace unos cuantos años Helena García Fraile, nuestra querida bibliotecaria, con el respaldo del Ayuntamiento, tiene que ver y mucho, con todas las personas que se sientan solidarias, pero también con este club de lectura que Helena fundó un 24 de abril del 2013. En este club, hemos tenido, tenemos y tendremos, grandes tardes de letras, risas, compañía, respeto y sobre todo cultura. Este Club de lectura “Río Órbigo”, nos ha quitado más de un dolor de cabeza. Si aún no lo conoces, acércate y disfruta. Y a ti querida Helena ¡Gracias! ¡Gracias por cuidarnos!

Manuela Bodas Puente – Veguellina de Órbigo.