Desde que Pedro Llamas es concejal tan solo se ve “aire cañí” de España profunda. Si las vecinas y vecinos de León, si asociaciones de todo tipo participaran en la elaboración y diseño de las Fiestas de San Juan y San Pedro, mejorarían en contenido gracias a la participación, pero esta medida provoca alergia al Equipo de Gobierno.

Las Fiestas de León tan solo son una acumulación de todo lo que se mueve para rellenar espacio. Un “totum revolutum” donde los platos fuertes vienen de la iniciativa privada y cuya mayor aportación por parte de la concejalía de fiestas es ofrecer actuaciones musicales a granel, compradas seguramente en paquetes preparados, donde te ofrecen grupos a precio de saldo. En este sentido echamos de menos una apuesta municipal por los grupos de León: recuperando por ejemplo el “Torreón Rock”, una iniciativa muy positiva que desapareció en su día de las fiestas y debe recuperarse.

La gran aportación de Llamas a las fiestas son las charangas (peñas), que no es más que una continuación de la plaga de despedidas de soltero y turismo de garrafón que sufre la ciudad. Otro ejemplo de la mediocre iniciativa política de la concejalía de fiestas. No siquiera se aprovecha correctamente la riqueza del patrimonio gastronómico de la ciudad. Si en Semana Santa hay una iniciativa en forma de feria de la limonada, en San Juan y San Pedro puede ofrecerse algo parecido dedicado a la morcilla, la cecina, … etc

El Concejal de Fiestas mantiene lo que había y añade una mentalidad que confunde las fiestas patronales de una ciudad de casi 150.000 habitantes con las de una localidad de 5.000. Alimentando el aburrimiento tradicional que sufren leonesas y leoneses estas fechas con una sobredosis de la España profunda, la España cañí, que es lo único que debe conocer el concejal responsable. Misas con participación política en plena calle ancha, corridas de toros con apoyo institucional y tal vez un poco de aire fresco con algunas actividades culturales y otras actuaciones musicales, entre los aspectos más positivos recuperar la inclusión de actividades ligadas al Orgullo en el programa oficial, el resto se resume en el “cajón de sastre” que suele pasar desapercibido para el 80% de la ciudad, como ha ocurrido siempre.

Menos mal que las leonesas y los leoneses son autosuficientes y disfrutan de estos días a pesar de las propias fiestas, son muchos años de entrenamiento. Sin embargo, sobre todo desde el año pasado, queda patente la falta de ambición, nula participación e inexistente iniciativa para dotar a la ciudad de las fiestas que se merece.

Pero bueno, nada puedes esperar de donde nada se puede sacar, y recurrir a novedades como comida sobre ruedas, otra forma de comida “rápida” no demuestra una novedad, demuestra que hay gente que confunde fiestas con negocio. Así nos va.