Aún hoy sigo viajando en la nube de los recuerdos. Aún hoy veo su cara, mirándome sin verme pero reconociendo mi voz entre todas las voces y los ruidos que llegaban a sus casi sordos oídos.

Se quedó dormido, cuando yo no estaba, acompañado de sábanas blancas y de tubos y gomas que le ayudaban a respirar. Cerró sus ojos y cayó en ese limbo incomprensible que le llevaba a la otra vida. Dejó de respirar sin decir nada a nadie, sin lanzar un quejido y sin variar la expresión de su rostro tranquilo. Pienso que, por suerte, no vio venir a la muerte y que ésta se lo llevó a traición, cuando todo parecía estar de su lado. Ni siquiera quiso decir adiós o decir un hasta luego. Solamente se quedó dormido, como si nada estuviera pasando.

Hace ya casi una semana. Yo no estaba aunque me gustaría haber estado aunque no sirviera para nada. Nadie se lo esperaba y yo tampoco. El tiempo te va ayudando a olvidar pero es pronto para olvidar. Ahora, es tiempo de recuerdos, de pensar en el pasado y de sentir su presencia sin su presencia.

Mi padre ha muerto, pero sigue estando ahí, con mi madre, con mi hermano, con sus nietos… conmigo. El tiempo seguirá viajando en contra suya porque nunca caerá en el olvido.

Viaja tranquilo, viaja en paz mientras nosotros seguimos llevándote en el pensamiento. Tu vida no ha sido desperdiciada y has dejado una herencia más preciosa que miles de cientos de millones. Has dejado miles de sonrisas, de juegos, de caricias. Miles de acciones que nos servirán a todos para poder ser un poco más felices.

 

Angel Lorenzana Alonso