Cuando Evaristo fue asesinado, el clamor llegó hasta el cielo. El pueblo entero se conmocionó, se vio gente llorando por todas partes, los vecinos dejaron de trabajar y se dedicaron al cotilleo en la plaza del pueblo.

Marapianos del Monte era un pueblo pequeño y la noticia se extendió como la pólvora. Primero vinieron las autoridades, después la guardia civil, después se enteró el periódico de la localidad cercana y mandó un corresponsal. Poco a poco se fueron acumulando alrededor del cadáver cada vez más personas. Hasta los primos lejanos de los vecinos vinieron ese día al pueblo.

Y la prensa, y la televisión. Salió en todas las noticias y con todos los nombres completos de Evaristo Evaristez Gonzalez, sus hijos, sus herederos, sus hermanos, su viuda madre, sus primos, los vecinos, los hijos y nietos y familiares de los vecinos, los hijos y primos de los vecinos de los pueblos próximos. La prensa lo tituló como “otro crimen de la España negra”. La televisión trasladó sus platós al pueblo y desde allí se emitieron varios programas en los que todo el que quiso expuso su versión de lo ocurrido. Grabaron su casa, la cuadra, las botas, las güadañas, el dormitorio, las telas de araña….Todo el mundo opinaba y las presentadoras de los programas del corazón se regodeaban al ver que bien respondía la gente que entraba al trapo de las preguntas, que contaban su vida y milagros y que ponían a parir a alguien a quien a veces ni siquiera conocían. Pero todo valía. La audiencia aumentaba.

Ese mismo día, casi a la misma hora, en pleno centro de la ciudad, asesinaron a tiros a dos personas. Las víctimas fueron identificas como J.V.C. y P.L.M. ambos vecinos de esa misma ciudad. Los agresores, tres jóvenes a los que se está tomando declaración y que responden a las iniciales  H.L.P., R.S.M. y L.A.P. y que no se sabe si tienen alguna relación con las víctimas.

Ninguna televisión se personó en el lugar. Ningún programa del corazón trasladó sus platós y ningún periodista habló de la España Negra.

A nadie le preocupó la audiencia. En la España blanca de las ciudades, no hay crímenes y si los hay, se solapan entre otras cosas, se tratan como cosas normales, como si fueran casi accidentes de tráfico.

Los medios de comunicación, nuestros medios de comunicación, siguen distinguiendo entre dos Españas, muy distintas de las que decía el poeta. Son la España de las ciudades y la España rural: la España de los marginados, de los desheredados de la fortuna, de los que existen solo para que la gente pueda reirse de ellos, como en los chistes. O para pedirles el voto en unas elecciones. O para que participen con un “si señor” en las decisiones que sobre reparto de tierras, trazado de caminos, etc, etc. digan los señores ingenieros de las ciudades. Son esa gente la misma a la que algunos gurús de internet les quieren enseñar a plantar lechugas.

Angel Lorenzana Alonso