Hay quienes piensan que estamos en un momento político de especial  gravedad, que nunca se habían dado en nuestro país tal cantidad de oscuros episodios de naturaleza  política y con tal magnitud y tantos casos de corrupción que están provocando este grado de  polarización, este daño en las Instituciones que han devenido en convertir en un lodazal el terreno del  juego político. 

 En realidad no creo que estemos en un tiempo de mayor gravedad que otros que ya hemos vivido  quienes ya peinamos canas y podemos contarlo. No es nada nuevo. 

 La vida política siempre es un tira y afloja entre el gobierno y la oposición y estos momentos de  especial virulencia suelen ocurrir cuando la oposición política tiene demasiada urgencia para llegar  al poder y en especial cuando la oposición la conforman los partidos de la derecha conservadora  que ,al menos en este país, parece que llevan inscrito en su ADN la titularidad del poder político y de  las Instituciones. 

Sin duda se olvidan de que estamos en un país que quiere y debe ser democrático y que son los  ciudadanos los responsables de poder a cada cual en su lugar a través de las urnas.  Se ha hecho célebre la frase “el poder desgasta” pero todavía “desgasta más la oposición”, y eso es  lo que ocurre en todos los regímenes democráticos. 

 Pero la democracia es o debe de ser un régimen de opinión y de respeto ya que nadie puede ostentar  el privilegio de representar los hechos verdaderos. La interpretación de la realidad debe ser variada y eso nos concierne a todos, pero la disputa política  no debe ser sobre los valores democráticos ya reconocidos sino sobre la diversas concepciones de  esos valores. 

 Si así fuera se podrían eludir estos perversos mecanismos de confrontación política basados en el  insulto las mentiras o la difamación. 

 Este comportamiento del que somos espectadores los ciudadanos y que tenemos que padecer un día  si y otro también por parte de nuestra clase política, constituye el paradigma de la antipolítica y tiene  consecuencias que no solamente afectan a los propios políticos y que hace que unos nos parezcan  mejor o peor que otros, sino que tiene un efecto negativo sobre los propios cimientos de la democracia  y sobre el respeto a las Instituciones y la aceptación de las mayorías. 

 Cuanto menos calidad tiene la vida política más vulnerables al poder somos los ciudadanos y queda  un mayor espacio para la expresión de las ideas provocadoras de los necios. 

 Pero ni mucho menos estamos al borde del APOCALIPSIS, muy a pesar de muchos que lo llevan  anunciando a cada paso, a cada eventualidad contraria a sus intereses…Hay muchos mecanismos para  seguir adelante ,el sistema lo permite, no tiene por qué bloquearse y en último término los ciudadanos  tenemos el poder de expresar nuestra voluntad porque esa es la verdadera grandeza de la democracia.

 No estamos ante el final ni el principio de nada pues siempre nos queda mirar hacia adelante y seguir  caminando hacia el futuro. El pasado ya ha quedado atrás gracias al esfuerzo ciudadano, cuando  también había quien invocaba el apocalipsis. 

  

 A.Nieto 

 Abril 2024