Foto: Isaac Llamazares

Navegamos por las redes a tal velocidad que, a duras penas, no nos percatamos de nuestro entorno (con)vivencial de proximidad.

 

Además de lo predicho, resulta que, y como si fuera un guión prefijado, nos vemos invadidos, ¡literalmente invadidos!, por la llamada actualidad de ‘la gobernanza de la centralidad’.

 

Estamos ahora, es un decir, cual si fueran los tiempos de la restauración o puede que, según el rosario de noticias que nos llegan, aún peor.

 

Mediáticamente se nos impone, cual si fuera una receta a seguir, un muestrario, ya prefijado, de noticias precocinadas de un allende distante.

 

Hoy podríamos celebrar, ¿quien lo impide?,  la efemerides de Alange y dar paso a una involucrada participación en ello.

 

En su lugar estamos, en un casi todos, con “tensionismo impostado” que, sobre el tapete de la ‘cosa pública’, se instrumentó [-.-¿con gabinete profesional por medio?-.-], por “Papers & Cía”.

 

Resulta que lo de Alange puede ser importante, e incluso, en versión aldarianista, muy importante, si es que, y a estas alturas de la película, lo de (re)contar la historia de Hispania [o la posterior de España], es trascendente y facultador para conocernos nosotros mismos y hacerlo ahora.

 

Alange, y busquese por Google o por las enciclopedias que aún perduran en muchas de las casa de nuestros (con)vecinos, se encuentra situado en el espacio de lo que fue, desde la edad media, la ‘extremadura leonesa’.

 

En el invierno del año 1230, parece que después de haber vivaqueado por la zona de Campo Charro salmantino y tras encaminarse hacia el sur, atravesando desde la comarca de “El Rebollar” el “Puerto de Perales”, siguiendo “La Vía Dalmacia” (que nace junto a Entrala en la provincia de Zamora), hacia Coria, Cáceres,…, el ejército del Regnum Imperium Legionensis, comandado por el zamorano Alfonso IX, enfiló hacia el sur para cercar la ‘ciudad augusta’, ‘metropoli episcopal’ y ‘señera urbe’ de Hispania que era Mérida.

 

Obviamente en este asunto de “Alange’15.3.1230” no interviene, y que por ahora se sepa, para nada ‘la gobernanza de la centralidad’ al igual que ni tampoco ‘los diseñadores de los curriculums para los discentes’ que, a lo que se ve/lee/otea, son, así es si así parece, dos de las condiciones para, y pudiera ser posiblemente acaso, aparecer en los manuales de los instructivos libros de texto de educación primaria y secundaria.

 

Estando la Corona Leonesa en estas anhelantes ambiciones reconquistadoras sobre el cerco a la urbe de Merida, llegó a sus inmediaciones, en el sitio de Alange, un ejercito agareno para auxiliarla, lo cual supuso un inopinado contratiempo para las tropas leonesas que podrían encontrarse entre dos frentes abiertos.

 

El zamorano Alfonso IX, altamente resolutivo y de forma celerica, tomó la decisión bélica de atacar al ejército de auxilio al cerco de Mérida, e intrepidamente, ¡y sin espuelas!, cruzó el rio Guadiana, lanzando su ofensiva contra los recien llegados, a los cuales arrollo logrando una gran victoria para el Regnum Imperium Legionensis en la fecha del 15-3-1230.

 

Viene ahora el ver si esto de Alange (la batalla de) fue importante y en qué grado o escala de valores se puede ubicar.

 

No debemos olvidar, ya que ello es informante y muy relevante al caso que nos ocupa (“ALANGE’15.3.123”),  que las tropas de la Corona Leonesa que acompañaban al zamorano Alfonso IX eran, en atención a los escritos y crónicas relatores de aquellos acontecimientos, de origen en las poblaciones de lo que ahora actualmente son las provincias de A Coruña, Pontevedra, Lugo, Orense, Oviedo, León, Zamora y Salamanca, sucediendo que hicieron incidencia sobre tales y tan concretos orígenes.

 

Gracias a la victoria de “ALANGE’15.3.1230”, se pudo reconquistar la muy importante y cimera ciudad extremeña de Mérida y por ello incidió sobre la ciudad de Zamora ( un cuartel más para su escudo y una puerta más para sus murallas).

 

Parece que podemos, ¡ y debemos!,  ir  recuperando esa memoria común y además hacerlo entre todos, de aqui que, ¡y públicamente!, agradezcamos a todos aquellos que han seguido nuestros pasos para que, en tal dedicación, persistan denodadamente y tesoneramente continúen.

 

Francisco Iglesias Carreño

Presidente PREPAL