Está la tarde avanzada, /son las ocho y treinta. / l anfiteatro de San Marcos, / van llegando las palabras, / y los vuelos de sus voces. / Porque los últimos viernes / de cada mes, las palabras / llegan con sus voces / a colocarse entre las piedras, / entre las ramas de los árboles, / también habitan la hierba / que rodea a la piedra. / Las palabras se van metiendo / en el tuétano de la noche, / recogiendo anhelos, /despertando el sosiego /  que la poesía trae. / Los poetas, portadores / de poemas, y los poetas /  que saben escuchar / perdiéndose entre los versos / de los otros, / van poblando el espacio / que huele a paraíso. /  El anfiteatro de San Marcos, / se convierte en paraíso de sílabas / pronunciadas con el pulso /  de la vida. Los poemas, /van tapizando el suelo / con sus latidos alados. /  Los poemas surcan / el aire con su batir de ganas, /  se diría que son aves / pronunciando sus siluetas / en la espesura del corazón. / Porque el corazón aquí, / recibe el bálsamo de la poesía / como alimento bendito / que reconforta el alma. / Aquí, todos comparten / las ilusiones, los sinsabores, /  los tropezones del camino, / las caídas de los días amargos, / las risas que dan júbilo / a estas horas de existencia. /  Aquí los cantos de sirena, / son buenos, son de acercamiento al otro. / Está la tarde avanzada. /  Si quieres poesía en vena, / acércate a estas gradas, / llenas de emoción y respeto, /  llenas de poemas, / que se reparten con talento, /  como un gran medicamento. /  No lo olvides, /  último viernes de cada mes, /  a las ocho y treinta, /  acércate al anfiteatro de San Marcos, / puedes darte, un bendito traspiés, /  entre los dedos mágicos de la poesía.

Este poema, fue leído en el Ágora celebrada el último viernes de agosto de 3022, si, he escrito 3022, porque en ese año Naturaleza, que es el bendito hogar de la vida, había levantado el castigo que impuso a los humanos en el milenio anterior, desterrándoles a vivir bajo la superficie de Tierra, para poder paliar el caos del cambio climático y la locura del calentamiento global. Los humanos en sus escuelas, habían mantenido el recuerdo de aquella isla cultural denominada Ágora, que cada último viernes de mes, en el anfiteatro de San Marcos en la capital leonesa, sanaba con sus versos, a todo el que se acercara a probar aquel jarabe de palabras.

Neuronada: Si el ser humano sigue respirando en el 3022, es muy posible, que el Ágora de la Poesía siga estando vigente cada último viernes de mes en el anfiteatro de San Marcos de León. Si eso ocurre, será gracias a Ramiro Pinto, uno de los creadores de este olimpo de palabras y a todos los que con su presencia y buen hacer han estado, están y estarán sujetando las palabras que comparten su sangre y adeene en cada verso que desde el anfiteatro, vuela hacia el océano de la vida.

Manuela Bodas Puente – Veguellina de Órbigo.