Aún cuando la luz se haga infinita

                                                                            mientras una estrella muere, hay                                                                                       otra  que emerge, con asombro

y sin razón alguna”.

                                                                      Fiona Sze-Lorrain,

                                                                                    poeta y música de Singapur

 

Tenemos, aún, tres días por delante para conocer más y mejor esta ciudad-estado cuya  ubicación geográfica, justo en la zona más poblada y de mayor crecimiento del mundo, ha hecho posible, en parte, su gran desarrollo.

Nuestros anfitriones, Lucas y Mena, nos recomiendan visitar el Jardín Botánico, China Town, el Museo de las Civilizaciones Asiáticas, La National Gallery y Sentosa.

Comenzamos por el Jardín Botánico con sus más de 3.000 especies de orquídeas tropicales cultivadas desde 1928 gracias al empeño y dedicación de Tan Hoon Siang. Hoy ofrece, además, lugares temáticos para picnic,  conciertos y un jardín de especias. No da tiempo a recorrerlo todo y menos si las visitantes, como es el caso, se entretienen con los lagartos, los monos, o admirando y oliendo las distintas variedades de flores.

Flores que también embellecen la última planta del templo del “Diente de Buda”. Un santuario  muy hermoso que alberga una reliquia- -un diente de Buda- en una estupa de 320 kg de oro macizo. Con sus cinco pisos, su museo y el jardín son un lugar lleno de paz y armonía que realiza ceremonias de gran dedicación y belleza abiertas a fieles y observadores.

En el cuidado Museo la historia de Buda y los preceptos de una religión -el budismo- que solo pide reflexión y aceptación. Oro, mucho oro en todo el templo  y coronándolo todo, la rueda de oraciones donde las viajeras vuelven a recordar a sus seres queridos y a rogar por ellos.

Ruegos que habíamos realizado en los templos hinduista y sintoístas. Pero que repetimos en este santuario, pues  Ana, que se ha emocionado con los ritos budistas, me pide volver.

Las mezquitas y los templos cristianos solo están abiertos para los fieles. La catedral de San Andrés, un elegante edificio blanco neogótico, es monumento nacional y actualmente está en obras. Nos cuenta Lucas que la primera evangelización de Singapur se remonta al siglo XVI, cuando llegaron al archipiélago misioneros portugueses y San Francisco Javier; poco más tarde arribaron los holandeses y prohibieron el culto  católico. Actualmente, el 2.8% de la población practica el catolicismo, manteniendo relaciones diplomáticas con la Santa Sede desde 1981, y una vitalidad confirmada por la presencia activa en el campo social.

Es el último día, nuestros anfitriones madrugan mucho para ir al  trabajo, así que decidimos visitar la isla de Sentosa: un lugar sorprendente cuyo nombre en malayo: Pulau Blakang Mati  significa: “la isla con la muerte detrás” (fue el lugar  donde se asesinó brutalmente a los chinos sospechosos de estar involucrados en actividades anti-japonesas en la segunda guerra mundial) En esta isla se pueden encontrar todas las emociones fuertes con las que los más intrépidos pueden soñar, desde el Battlesar Galáctica, las dos montañas rusas más altas del mundo, buscar entre tinieblas en el antiguo Egipto  “El Libro de la Vida”, o bien adentrarse en el cine, en Universal Studios, para en 3D luchar contra Robots, lanzarse desde un rascacielos o ir con El Gato con Botas y su novia Kitty Patitas Suaves en busca del huevo de oro.

El viaje hasta llegar a Sentosa, en teleférico, ofrece un espectáculo emocionante que dispara nuestra adrenalina cuando ves, al fondo, la arboleda y el mar. Con sus cinco kilómetros cuadrados esta isla recibe cada año más de cinco millones de visitantes que buscan actividades excitantes o la paz y tranquilidad de sus playas.

Playas en las que intentamos bañarnos abrumadas por el bochorno, pero un gran cartel anunciando la presencia de medusas y peces piedra nos disuade; picaduras o contactos que pueden ser mortales, explican en varios idiomas, y datando el lugar de emergencias donde acudir si fuera el caso, así que decidimos tomar uno de los autobuses que recorren gratuitamente la isla y nos reímos con  las ocurrencias del conductor cuando tiene que frenar bruscamente  para que pase un gran lagarto que se empeña en quedarse en medio de la carretera al sol. Porque este lugar  está cubierto en un 70% por la selva, donde viven monos, pavos reales, lagartos y loros, y lo hacen como si la isla fuera suya, que lo es.

El calor aprieta y es necesario buscar un lugar para resguardase y pasar un poco de fresco, pues si algo sorprende de Sentosa y de todo Singapur es el frio que hace en cualquiera de los locales que entres, bien sean restaurantes, bien museos, lugares religiosos o cafeterías.

Decidimos retornar admirando los arboles y las flores que ofrece esta singular isla fortificada durante el siglo XX para proteger Singapur, que sigue mostrando orgullosa, sus Fuertes y el primer Centro Médico  Naval.

Regresamos a la ciudad   y hablamos con nuestros anfitriones de la belleza, el poder económico y del orden y limpieza de Singapur, tratando de entender cómo es posible que en 50 años se haya podido producir un cambio tan extraordinario.

La respuesta es sencilla, nos cuentan Lucas y Mena: la ubicación de la isla y una visión clara y efectiva, puesta en marcha con mano dura  y rigor  por  Lee Kuan Yew, quien gobernó al país desde su independencia.

Nos remiten a las declaraciones de la profesora especializada en economía política del sudeste asiático, Linda Lim,  de la Universidad de Michigan: “la ubicación de Singapur le ha permitido estar en una ruta clave de comercialización entre gigantes como China, India y el sudeste asiático, además cuenta con una población capaz de hablar chino e inglés, sus instituciones funcionan y son muy sólidas  y algo muy importante: ausencia de corrupción”.

Llegamos a la conclusión de que efectivamente, parte del éxito de Singapur, que fue fundado como un puerto comercial británico en 1819, tiene que ver con su situación. La nación, asentada en 63 islas ubicadas al sur de la península de Malasia y separada de Indonesia por el estrecho de Singapur, tiene una posición estratégica en el corazón de Asia.

Nos despedimos con melancolía de nuestros queridos  anfitriones y les agradecemos su dedicación y cariño.

Es tiempo de volver a casa.

 

Victorina Alonso Fernández

Sobrevolando Ámsterdam con Ana, y mucha nostalgia, un día de verano de 2022.