Desde los orígenes de la Universidad de León, allá por 1979 la institución académica contó con funcionarios “pioneros” de esos que hacían de todo, gestión de alumnos, de personal, económica…

Ha llegado el tiempo de que personas como Aurora se jubilen porque, casi sin darse cuenta, la vida va pasando.

Aquella universidad incipiente se ha convertido ahora en un centro académico y de investigación consolidado, gracias a funcionarios implicados en el proyecto (investigadores, técnicos, profesores, administrativos…)

Aurora Vega siempre ha sido una persona ejemplar, de esas que calan entre los compañeros. Amable, sonriente y luchadora, muy luchadora.

Su trabajo ha estado principalmente en la relación con los estudiantes y equipos directivos de las Facultades y Escuelas. Muchos de esos estudiantes a los que ella llevó de la mano, ayudándoles siempre, ayudando a sus padres y compañeros, son ahora catedráticos de universidad o profesionales, algunos ya veteranos, en sus diferentes campos de trabajo. Sabemos que todos la están agradecidos, aunque no se lo puedan decir personalmente.

Los compañeros de trabajo también están muy agradecidos y así nos lo han manifestado. Algunos dicen que habla muy deprisa, pero es que es muy ágil de mente y su boca no es capaz de llevar el ritmo del pensamiento.

Desde hace dos años (por los motivos que todos sabemos, Covid 19), no se celebra en la Universidad de León ninguna reunión de jubilación de esas de antes, con comida, besos, sonrisas y alguna que otra lágrima. Ahora toca un “adiós” sin achuchón, sin abrazos, limitándose a un gesto de agradecimiento que solo se ve por encima de la mascarilla.

¡Hasta pronto Aurora! Nos veremos y nos daremos el abrazo pendiente cuando todo esto pase. Te lo mereces.