Dos tragos apenas.

Después de refrescar su garganta y de relamer las gotas que querían escapar de su boca, volvió a quedarse mirando aquel mar de agua, con pequeñas olas que se estrellaban en las piedras de la orilla.

Como cada día, no vio nada. Solo agua. Agua por todas partes. Un agua que no le dejaba seguir. Se fue hacia su derecha, después hacia la izquierda, examinando huellas y posibles caminos para bajar. Se dio cuenta que, a su pesar, no podía seguir.

Dos tragos más. Por si acaso él pudiera acabar con tanta agua y despejar un nuevo sendero. Volvió a mirar al agua, a la puesta de un sol que se perdía en las montañas, a pequeños matojos que se movían al son de la brisa de otra tarde que se iba.

Todo seguía igual, como cada mañana y cada tarde desde hacía ya casi seis años. El sendero siempre acababa allí. El agua le impedía seguir.

Meneó su cabeza, miró al suelo y otra vez al agua.

Volvió sobre sus pasos. La pequeña lluvia que le acompañaba desde la mañana, se volvió un poco más fuerte. No le importaba mucho. Ya estaba acostumbrado. Ni le importaba ya el frio que, a estas horas de la tarde, clavaba puñales en su piel y que le dejaba el recuerdo de otros atadeceres, de muchos atardeceres parecidos a este, con el mismo paisaje rodeándole y con la misma esperanza cada vez un poco más desesperanzada.

Mientras caminaba de regreso, iba pensando en el niño que jugaba con él cada tarde, más o menos a esta hora, y que recorría con él las calles, saltaba las cercas y tiraba piedras, por tirarlas nada más, para ver hasta dónde alcanzaba.

Llegó hasta aquel refugio que improvisó hace tanto tiempo, se recostó bajo la roca y se quedó mirando al cielo que se volvía gris como cada día. El cobijo de la roca era suficiente para esperar un nuevo día.

El perro recostó su cabeza sobre sus patas delanteras y pensó: “quizás mañana encuentre el camino”. Y así se durmió con la esperanza de que el pantano desapareciera al día siguiente y pudiera bajar a buscar a su dueño.

Angel Lorenzana Alonso

Relato publicado en verano de 2019 en “Versos a Oliegos”