Habrá un tiempo, no muy lejano en el  que el negocio de las floristerías no existirá. No existirá porque no habrá flores naturales. Las condiciones climáticas serán tan pésimas, que el agua escaseará y el cielo estará podrido de polución. ¿Te imaginas floristerías dónde solamente se vendan flores de plástico? Pues eso llegará, además serán de plástico reciclado, pues la industria y los recursos naturales solo podrán utilizarse para paliar las necesidades más acuciantes. Bueno tampoco hay que alarmarse mucho, pues para entonces,  los robots se habrán convertido en nuestros mandatarios, digo que no hay que alarmarse mucho por lo de las flores de plástico, ya que supongo que por mucho que hayan mejorado esos animales metálicos, carecerán de olfato y de tacto, por eso para ellos las flores de plástico serán preciosas.

Ahmad levantó la cabeza de la revista científica que estaba leyendo. A través de la ventana, se podían observar los frondosos árboles del parque que tenía enfrente de la empresa donde trabajaba. Unos árboles que le recordaron, en aquel instante a los del bosque que había cerca de su casa. Su casa, echa un agujero por donde se colaron los cadáveres de sus seres queridos. Aquel bombardeo salvaje que solo les había dejado a su hermano y a él con vida. Un pájaro oscuro se removió en su corazón, el sonido de los nudillos de su compañero, le trajeron a la realidad.

– Ahmad, creo que gracias a la ecuación que planteaste, he dado con el algoritmo para que la impresora 3D nos fabrique el brazo que perdió el muchacho cuando le explotó una mina en su país. ¿Cómo lo haces?

-¿Cómo hago el qué?   -Eso,  dar siempre con la fórmula perfecta.

– Se lo debo a mis padres. Mis padres, muertos a la fuerza como dos amantes perdidos en las oscuras cavidades craneales de los que diseñan guerras.

-Vamos amigo. Su compañero le apretó los hombros. Ahmad se lo agradeció con un buen apretón de manos. – Mira, lee este artículo, creo que tendremos que ponernos las pilas y comenzar a aplicar las matemáticas para crear aire, agua y…, un planeta nuevo.

Mordida existencial: Ninguna mordida mejor que la del aire que respiramos. Pero ¿somos conscientes de lo que de verdad se nos avecina si la naturaleza nos da la espalda?

Manuela Bodas Puente –  Veguellina de Órbigo.