En la provincia de León se han sembrado este año 5.511 hectáreas de girasol en secano y 3.893 en tierras de regadío según datos recabados por ASAJA en la Comisión Provincial de Estadística Agraria. Este cultivo no tiene una implantación relevante en la provincia, ya que los secanos son poco productivos y acusan pronto la sequía, mientras que en el caso del regadío no compite en rentabilidad con el maíz. Las siembras en regadío suelen incrementarse los años con poca disponibilidad de agua, como ocurrió en 2017, ya que es menos exigente en aporte de riegos que otros cultivos de primavera.

La primavera con abundantes lluvias, que han durado hasta fechas recientes, ha hecho que el cultivo tenga un desarrollo óptimo, después de que la nascencia, que siempre es un momento crítico, fuera también aceptable. Los campos de girasol, que se encuentra en estos momentos en plena floración, presentan un aspecto como nunca se había visto, y las previsiones de ASAJA apuntan a unos rendimientos que pueden sobrepasar los 1.500 kilos por hectárea en secano y los 3.500 en regadío. Aprovechando la floración del girasol, en muchas fincas de un determinado tamaño se producen asentamientos temporales de colmenas de apicultores de dentro y fuera de la provincia, en un momento en el  que la floración silvestre es más bien escasa.

El cultivo del girasol se concentra mayoritariamente en las comarcas de Sahagún, Esla Campo y El Páramo. La pipa de girasol tiene como destino la extracción del aceite que se vende como aceite vegetal de girasol, aunque también se podría destinar a la producción de biodiesel. Una vez extraído el aceite, se obtiene una torta que tiene un elevado porcentaje en proteína, y como tal se utiliza en la fabricación de piensos compuestos para todo tipo de animales de abasto.