–  COOCYL recuerda que al menos mil millones de personas en el mundo tienen una discapacidad visual que podría haberse evitado o que todavía no se ha abordado

– Bajo el lema Hope In Sight, los profesionales sanitarios de la salud visual recuerdan que la prevención, la detección precoz y las correcciones adecuadas pueden evitar daños irreparables

– Aunque cada vez existe mayor conciencia sobre las revisiones oculares, el 74% de la población todavía espera a notar algún problema visual para visitar al especialista

Con motivo del Día Mundial de la Visión, que este año se celebra el 8 de octubre bajo el lema Esperanza a la vista (Hope In Sight), el Colegio de Ópticos-Optometristas de Castilla y León recuerda la importancia de las revisiones oculares anuales para prevenir discapacidades visuales que podrían evitarse, sobre todo entre los grupos de población más vulnerables.

De hecho, como recuerda la Agencia Internacional para la Prevención de la Ceguera (IAPB), que viene celebrando el Día Mundial de la Visión (WSD por sus siglas en inglés) desde el año 2000, al menos 2.200 millones de personas tienen una discapacidad visual que podría tratarse, y de ellas, unos 1.000 millones tienen una pérdida de visión que podría haberse prevenido o está a tiempo de evitarse. Además, millones de personas viven con afecciones oculares que aumentan el riesgo de pérdida de visión: 196 millones de personas padecen degeneración macular asociada a la edad (DMAE), 146 millones viven con retinopatía diabética, 76 millones tienen glaucoma o 277 millones conviven con una alta miopía.

Un escenario que es tremendamente más grave en países con ingresos bajos y medios, donde la discapacidad visual tiene una prevalencia cuatro veces mayor que en las regiones de ingresos altos, y con una carga todavía mayor en las zonas rurales y en las personas mayores, las mujeres, las personas con discapacidad, las minorías étnicas o las poblaciones indígenas.

Por eso, tal y como recuerda la decana de COOCYL, Inmaculada Aparicio, “debemos ser conscientes de la gran suerte que tenemos de vivir en una sociedad desarrollada, donde contamos con los recursos necesarios para proporcionar una prevención y tratamiento adecuados”.

“Como ópticos-optometristas –continúa la experta–, nuestro compromiso es garantizar una óptima visión, para lo cual recomendamos una revisión ocular anual que nos ayudará a detectar y solucionar problemas como las deficiencias refractivas y binoculares, así como trabajar en la prevención de la salud visual. Una vez realizado el examen visual, podremos aconsejar el mejor camino a seguir para que en un futuro haya esperanza para la vista”.

Porque el impacto sobre nuestra calidad de vida cuando perdemos toda o parte de la visión es enorme, tal y como explica la secretaria general de COOCYL, Ana Belén Cisneros, habida cuenta de que la vista es uno de los sentidos más utilizados, y la mayor parte de la información que nos rodea llega a través de nuestros ojos.

La principal causa de disminución de la visión en el mundo son los errores de refracción, la miopía o el astigmatismo. Según la Organización Mundial de la Salud, se estima que las tres principales causas de discapacidad visual son las ametropías no corregidas (43%), las cataratas (33%) y el glaucoma (2%).

Para prevenir y tratar estos problemas visuales, la Academia Americana de Oftalmología y la Asociación Americana de Optometristas recomiendan una revisión de la salud visual cada dos años en personas adultas y anualmente en nuestros mayores de 60; sin embargo, no es frecuente que acudamos al profesional de la visión con esta frecuencia.

“La salud visual no se limita a la graduación o prescripción de gafas, el componente más importante es la ausencia de enfermedades visuales, que suelen presentarse sin ningún síntoma, de ahí la importancia de acudir periódicamente a una valoración preventiva”, añade Ana Belén Cisneros.

Con todo, desde COOCYL se insiste en que, aunque la sociedad está cada vez más mentalizada sobre la importancia de las revisiones oculares, el 74% de la población todavía espera a notar algún problema visual para decidirse a visitar al especialista. Y una vez detectado el problema, el 66% tarda hasta tres meses en acudir al óptico-optometrista por motivos como la pereza, la estética o por considerarlo un síntoma poco importante, sin sospechar que su salud visual está en juego.

“Debemos tener conciencia de que una revisión cada uno-dos años es lo correcto”, añaden las expertas ópticas-optometristas. Y mucho más importante en:

  • Edad escolar: cualquier defecto visual puede afectar al rendimiento visual y proceso de aprendizaje.
  • Usuarios de pantallas, ordenadores, etc…
  • A partir de los 45 años: comienza la presbicia o vista cansada.
  • A partir de los 60: aumenta la incidencia de patologías como cataratas, DMAE, glaucoma.

¿Cuándo hay que acudir a una revisión?

Si no existen signos de alarma previos ni antecedentes familiares importantes de condiciones que puedan ser hereditarias, se recomienda una primera exploración visual más profunda por parte de un óptico-optometrista antes del inicio de la edad escolar, entre el año y los 3 años de edad.

Una vez detectada una alteración visual, la visita al optometrista debe ser regular con el objeto de hacer un seguimiento en función de las condiciones que presente el menor y el grado de recuperación que vaya presentando.

En lo que respecta a los adultos, según la Asociación Americana de Optometristas, una persona asintomática debería revisarse al menos una vez cada dos años entre los 18 y los 64 años, y a partir de los 65 de forma anual, pero el simple hecho de tener antecedentes de riesgo de alguna patología ocular ya hace que la revisión se recomiende de forma anual, salvo que el especialista determine otro plazo.

Además de la presbicia, a partir de los 45 años las personas son más propensas a sufrir una serie de problemas de visión asociados al paso de los años, como son las cataratas, el glaucoma o la DMAE.

“Los optometristas somos profesionales sanitarios con una formación especializada. Podemos reconocer y tratar aquellas condiciones que requieran una ayuda visual (gafas, lentes de contacto, entrenamiento visual), aportar mejoras ergonómicas a los usuarios y detectar patologías oculares y sistémicas, remitiendo al paciente, si es necesario, al oftalmólogo o al profesional sanitario adecuado”, asegura Ana Belén Cisneros. De hecho, cada vez es mayor el número de personas que acuden directamente a los gabinetes de optometría de los establecimientos sanitarios de óptica cuando notan una disminución de la agudeza visual o necesitan una revisión de sus ojos.

Para concluir, desde COOCYL se recalca la conveniencia de realizar revisiones oculares periódicas, “ya que siempre es mejor detectar los problemas antes de esperar a que aparezcan los síntomas”.