La investigación arqueológica analiza la relevancia de las actividades pastoriles en la modelación de los paisajes de la Cordillera Cantábrica desde el final de la Prehistoria.
Las montañas leonesas albergan numerosos restos vinculados con el aprovechamiento ganadero de los pastizales de altura a lo largo de la Historia, con un enorme potencial para la investigación arqueológica.
El equipo, dirigido por el arqueólogo David González Álvarez, centra su atención en pastizales de altura del municipio leonés de Cabrillanes.
Hace pocos días, un equipo internacional dirigido por el investigador del Instituto de Ciencias del Patrimonio del CSIC David González Álvarez concluía una campaña arqueológica desarrollada en los pastizales de altura del municipio de Cabrillanes (León). El objetivo principal de este proyecto es recuperar información arqueológica que ilumine la evolución histórica del aprovechamiento de estas montañas por parte de los grupos humanos que ocuparon el actual territorio de Babia a lo largo de los últimos milenios. El balance de la campaña es positivo, a la vista de las primeras valoraciones sobre la potencia informativa de los métodos empleados, el hallazgo de evidencias arqueológicas prometedoras para diferentes períodos históricos, y la cálida acogida del proyecto en la zona.
Un proyecto piloto para analizar la genealogía de los paisajes de montaña
La Arqueología es una ciencia habitualmente vinculada a la investigación de sitios monumentales donde la presencia humana se manifiesta con claridad: pensemos en la ocupación romana de ciudades como Astorga y León, asentamientos prerromanos como Lancia o los castillos y torres medievales que salpican la región. En cambio, el proyecto coordinado por el doctor González Álvarez centra su atención en las montañas, zonas que a priori podríamos concebir como marginales o alejadas del núcleo vital de quienes vivieron en León hace varios milenios. Nada más lejos de la realidad: los pastizales de altura, abiertos por medio del esfuerzo de las comunidades que aprovecharon las bondades de estos espacios para sus rebaños, constituyen lugares centrales para la subsistencia de estas familias. El pastoreo se convierte así en un vehículo destacado para la humanización y domesticación de estas montañas que, lejos de constituir paisajes naturales, deben ser concebidos como paisajes culturales. En efecto, los modos de vida y las formas socioculturales de las comunidades humanas que habitaron este territorio han dejado su huella impresa en la alta montaña leonesa, de forma que la Arqueología puede ahora recomponer la biografía de estos paisajes.
En esta dirección, las investigaciones conducidas durante las últimas semanas en Babia han buscado calibrar los métodos investigadores más adecuados para reconocer la presencia humana en estos espacios altimontanos a partir de la extensión de la agricultura y la ganadería hace unos 6000 años. Los pastizales de altura no son zonas donde los restos arqueológicos sean demasiado elocuentes, si consideramos que la densa cubierta vegetal y el abandono de las actividades pastoriles en las últimas décadas ocultan la presencia de asentamientos antiguos. Para ello, este equipo investigador ha recurrido al empleo de tecnologías geoespaciales y de teledetección, técnicas geofísicas, además de procedimientos convencionales como la prospección arqueológica en superficie y la realización de excavaciones, sin olvidar la atención a los referentes etnográficos y los conocimientos tradicionales depositados en la memoria oral de los habitantes de estas montañas. El uso combinado de este elenco de métodos ha ayudado a localizar numerosas ruinas de antiguos asentamientos pastoriles estacionales, destacando el gran valor patrimonial de los pastizales estivales de Babia para continuar con investigaciones de este tipo.
Primeros resultados
La campaña desarrollada este último mes ha ofrecido resultados prometedores que ayudan a conocer el aprovechamiento de los pastizales del entorno de las localidades de La Cueta y Torre de Babia en época moderna y contemporánea. El estudio arqueológico de varias majadas ha recuperado restos cerámicos que ilustran su ocupación en los últimos siglos, cuando se observan asentamientos con cabañas y cercados para el ganado con diversas características constructivas. Tal diversidad podría vincularse a los distintos manejos pastoriles correspondientes con diferentes etapas, formas de propiedad del ganado, o derechos en el aprovechamiento de estos espacios. Además, y con la necesaria prudencia a la espera de resultados analíticos que confirmen la cronología de los lugares excavados, algunos materiales permiten aventurar fechas medievales para otras estructuras. Por su parte, ciertas piezas cerámicas recogidas en superficie podrían vincularse a momentos aún más antiguos. Durante los próximos meses, los estudios de carbones, pólenes o micromorfología de suelos completarán las interpretaciones derivadas del trabajo desarrollado por este equipo científico, que confía en regresar a Babia en el futuro para proseguir con sus investigaciones.
Un proyecto internacional
El grupo de científicos que trabajó durante tres semanas en el municipio de Cabrillanes estaba formado por investigadores del Instituto de Ciencias del Patrimonio (Incipit) del CSIC, con sede en Santiago de Compostela, y del Departamento de Arqueología de la Universidad de Durham (Reino Unido). Es a caballo entre ambos centros donde David González Álvarez desarrolla su proyecto de investigación arqueológica sobre la humanización de las montañas del Noroeste ibérico. El equipo lo completaban estudiantes de Arqueología de las Universidades de Durham y Complutense de Madrid. La financiación de la campaña ha corrido a cargo de la Universidad de Durham, el Instituto de Ciencias del Patrimonio y la fundación británica The Prehistoric Society, mientras que el Ayuntamiento de Cabrillanes colaboró con la difusión del proyecto.