La salud es sin duda el bien más preciado por los  ciudadanos y todos tememos perderla, y cuando esto ocurre esperamos que nuestro Sistema  sanitario nos la pueda devolver cuanto antes y en la mejores condiciones posibles.  La sanidad pública o si se quiere nuestro Sistema Sanitario ha sido motivo de orgullo para  todos ,fue por así decirlo,la joya de la corona,una sanidad respetada,eficiente y querida por los  ciudadanos,pero hoy día no podemos decir lo mismo. 

 La Atención Primaria (AP) es la puerta de entrada y la base de todo sistema de salud bien  estructurado ,la piedra angular sobre la que gravita todo lo demás;si esta falla,el fallo se extiende  a todo el sistema.Y a día de hoy,la AP está destrozada.Ha venido sufriendo demasiados  achaques mucho antes de la pandemia y ésta ha venido a darle la puntilla. 

 El deterioro ya viene de atrás,desde la época de la Gran Recesión y los consiguientes recortes  presupuestarios.Si en 2009 el gasto en Primaria se situaba en torno a los 10.400 millones de  euros,en 2019 fueron 9.874,y el porcentaje en inversión en AP cayó en el mismo periodo del  14,9 % al 14,2%. 

 Esta caída de la inversión ha supuesto una pérdida importante de recursos no solo materiales  sino también recursos humanos;faltan muchos profesionales sanitarios para hacer frente a las  necesidades ya que la población no ha dejado de aumentar y no lo han hecho siquiera en la misma  proporción los recursos sanitarios. 

 Además hemos de decir que la AP fue el servicio sanitario que más ha sufrido con la crisis y a  pesar de ello, y gracias al esfuerzo titánico de todos los trabajadores sanitarios,los ciudadanos  puede que tengan la falsa percepción de que las cosas funcionan debidamente,pero esta  progresiva degradación y saturación han hecho que en la práctica no exista como tal ni para lo  que fue concebida. 

 En definitiva el malestar de la AP está consolidado y se extiende dejando un escenario de falta  de recursos,falta de motivación (médicos que no quieren trabajar en Primaria por la presión  asistencial y las precarias condiciones para desarrollar su trabajo),un marco totalmente obsoleto  que lleva 30 años sin reformar,una débil capacidad tecnológica etc… 

 En muchos Centros de Salud es prácticamente imposible lograr que te den una cita ( se ha cifrado  entre 15 y 20 dias la demora que puede alcanzar la primera atención ) ( 1 ) con lo que en la práctica  es como si no existes como paciente con lo cual al ciudadano solo le queda acudir a los servicios  de Urgencias o bien buscar – el que se lo pueda permitir – un aseguramiento sanitario privado. 

Hay más de 11 millones de personas que tienen un seguro privado ,de las cuales el 90 % se trata  de rentas altas,pero esta cantidad de gente indica la confianza que tienen en el sistema sanitario  público.Y esta pujanza de los seguros privados va degradando a su vez la AP pública quedando 

como un mero paso para acceder a medicamentos y pruebas complementarias ,en fin una especie  de sanidad que evita todo el que puede

 Por otro lado,la Pandemia no ha hecho mas que agudizar todos los males que ya se venían  gestando y hacerlos más evidentes.Además hay menos presencialidad y se han quedado las  consultas telefónicas y a distancia con las nefastas consecuencias para la población de más  edad,más pobre o con enfermedades que precisan un diagnóstico temprano como es el cáncer. 

 En resumidas cuentas y sin ánimo de ser catastrofista las condiciones de la AP no son las ideales  para unos estándares mínimos en la asistencia. Los trabajadores sanitarios ya lo han dejado claro  en diversos foros y a través de “mareas” en diversas regiones,lo que requiere una urgente  actuación por parte de los políticos y no deberían esperar a que sean los propios ciudadanos los  que comiencen a hacer las peticiones en la calle. 

 Angel L. Nieto 

Noviembre 2021