He soñado que en Afganistán, celebraban haber logrado un estado democrático. Las mujeres abrían sus brazos para abrazar a la libertad que venía en su ayuda. En las calles las niñas jugaban o leían aquel libro de cuentos que su maestra les había dejado para el fin de semana. He soñado que al fin, las Evas ya podían caminar por el verdadero paraíso, el de sentir y ser cada día una persona que puede vivir con dignidad.

Rosa suspiró y siguió diciéndole a Rosalina, que la escuchaba muy atenta: – Pero al abrir los ojos, las imágenes de las mujeres cercadas por la brutalidad, me han descompuesto la mañana. Era un sueño tan bonito.

-Ya lo creo. Tu sueño es el sueño de cualquier persona que tenga amor a la vida. Pero en Afganistán, que llevan como cincuenta años en guerra, se cumplen las peores pesadillas. Allí las mujeres, no se atreven ni a soñar, están ocupadas en salvarse y en salvar a sus hijas. Están ocupadas en borrarse encerradas en sus casas. Nosotras debemos agradecerle a la vida que nos haya unido y que nos haya dejado sentirnos sin tener que escondernos. ¿Te imaginas si hubiéramos nacido en Afganistán? Seguramente no habríamos llegado a esta edad, ni estaríamos en una residencia, pasando una buena vejez, ni podríamos abrazarnos con ternura. Todo sería una locura de miedo y caos. Solo te digo que por cada mujer disecada en vida, se nos derrama a cada una, la leche con la que Luperca nos puso en el camino de la existencia.

Mordida existencial: Hoy no está el cuerpo para mucho, la locura de Afganistán deja a una con cierto temblor interior. ¿Cómo es posible que en el siglo XXI, cuando todavía estamos intentando salir de una pandemia que nos ha doblegado por completo, pueda ocurrir una tragedia como la de Afganistán? ¿Qué misterios ocultos navegan en el cerebro humano, para dotarlo de tanto horror? En momentos así, parece que la gravedad que nos sustenta, gire del revés, a ciegas, arrollando todo lo que se le ponga por delante. Pero la gravedad sigue manteniendo el eje de la tierra en su misión, ella no es culpable de la locura que el hombre siembra.

Si las palabras sirvieran para inocular cordura, hoy sería un buen día para la vacunación masiva contra el odio, la cerrazón, la miseria, el olvido, la violencia, el odio, ya lo he dicho, pero no está de más repetir algunas palabras como mujer, vuelo, niña, pecho, abuela, corazón, madre ¿qué va a ser ahora de nosotras? Luperca tiene sus ubres llenas, pero la leche se derrama sin que mujer consiga llegar a buena existencia.

Manuela Bodas Puente – Veguellina de Órbigo, León.