Tocan tristes las campanas, Isabelita, para darte su adiós, y mientras te despedimos,  yo te veo niña llegando de Guipúzcoa con tus padres  a estas tierras maragatas. Una tierra y unas costumbres que hiciste tuyas. Tocabas las castañuelas con maestría y lucias el traje y las joyas maragatas con donaire. Recuerdo que me contaron que quisiste ser maestra, pero eran tiempos difíciles y no pudo ser. Pero esa pasión por la enseñanza permaneció toda tu vida, primero con tus hijos José y Alfonso – a los que inculcaste el amor por el estudio, por el conocimiento -. Viuda muy joven, trabajaste duro para sacarlos adelante y lo conseguiste.  Ese era tu orgullo.

Después, dedicaste tu vida a enseñar, cuidar, proteger, dirigir a los astorganos y comarcanos que acudían al Hogar Municipal para buscar refugio, amparo y compañía. Con mano firme pero con habilidad y cariño fuiste la Presidenta del Hogar Municipal de Astorga durante muchos años. Pusiste en marcha talleres de todo tipo: baile, teatro, charlas, alfabetización, manualidades, y un largo etc., sin olvidar las excursiones con las que querías enseñar a los socios la belleza del mundo.

Y todo ese trabajo sin dejar de lado tu pasión por el canto con la Coral Excelsior.

Te fuiste despacio querida  Isabelita, despojándote poco a poco de todo, solo quedaban tu sonrisa y tu dulce voz. Tus hijos Alfonso y José acompañaban cada día ese caminar tan lento hacia tu infancia,  que configuró tus últimos años.

Gracias Isabelita por tu esfuerzo, dedicación y cariño con todos los pensionistas que acudían cada día al Hogar Municipal de Astorga.

Ahora que tienes tiempo, andarás por el cielo  buscando maragatos y maragatas para juntos cantar y tocar las castañuelas, bailando lenta y ceremoniosamente el baile que tanto te gustaba.

Victorina Alonso  FernándezUn día de octubre frío y triste de 2025.