En el 3023, un grupo de alumnos que habitaban en el sector de Desierto, se intercambiaron por otro grupo que vivían en el sector de Hielo. La experiencia resultó tan positiva que desde aquel primer intercambio, se instauró el movimiento de alumnos de lugares opuestos para que tuvieran idea de cómo se puede vivir en un mundo distinto. Para conocer las costumbres y la idiosincrasia de otras civilizaciones y de las personas que habitan otros lugares muy lejanos.

Los estudiantes del sector Desierto, expusieron su manera de vivir bajo las cavernas a las que habían sido desterrados por Naturaleza para que el planeta pudiera descansar de la huella humana; gracias a eso, se fueran borrando los desastres que la humanidad había provocado. Para ello habían traído unos cuantos vídeos de cómo era el planeta en el 2.023 y de cómo ahora, gracias a la previsión de Naturaleza, había cambiado por completo. En la superficie, a la que ya iban teniendo acceso, el aire era puro, el plástico había desaparecido de la faz de Tierra, que había estado seriamente amenazada por su culpa, los ríos bajaban límpidos, daba gusto poder bañarse en ellos, los mares y océanos ya no eran pozas de muerte y de contaminación.

Por su parte los alumnos del sector Hielo, les mostraron un vídeo de cómo, los glaciares más prestigiosos, iban perdiendo a velocidades supersónicas, su masa de agua dulce gélida e imprescindible para la vida en el planeta. Los animales que vivían en aquella zona en el 2.023 estaban en peligro de extinción si no se hacía algo rápidamente, pero la humanidad de aquel milenio no estaba por la labor, prevalecían el consumo, la inmediatez de conseguir todo, incluso el cariño de los otros, instantáneamente. Parecía mentira, pero en el segundo milenio, los hombres aún se mataban unos a otros sin tener en cuenta las consecuencias. Seguían fabricando armas, construían grandes factorías que expulsaban contaminación sin límite, y el plástico estaba ahogándolo todo. Menos mal que Naturaleza, como madre de la vida, actuó a tiempo y nos envió a vivir bajo la superficie, gracias a eso, ahora podemos volver a disfrutar de aquel planeta que fue una vez Tierra.

Neuronada: El texto anterior, quiere ser una fantasía en la que dentro de unas cuantas generaciones, lógicamente no dentro de mil años, Tierra, pueda seguir dando cobijo y alimento a los seres que ella habiten. Lo de llegar al 3.023, bueno una utopía, o no. Mientras tanto intentemos poner nuestro pequeño granito de arena, nos los agradeceremos.

Manuela Bodas Puente – Veguellina de Órbigo.