Naturaleza estaba contenta, ahora en este 3.023, después de que hubiera desterrado a la humanidad a vivir bajo Tierra, tanto el cambio climático, como el aire, los mares, las especies, el aliento de la vida, todo estaba limpio y hermoso. Desde que en el 2.023, los humanos poblaran el subsuelo y no la superficie, el planeta había cosechado pureza y calma. Sobre la Tierra, no quedaba plástico nada más que en los edificios que se habían construido para reciclarlo. Pareciera que Naturaleza con su sabiduría, hubiese cribado toda la sangre muerta que la humanidad iba soltando en aquellos milenios desafortunados y ahora, que la lección estaba aprendida y prendida en las generaciones nuevas, estaba dejando que los humanos poco a poco, volvieran a ir asentándose sobre la superficie del planeta.

He utilizado la palabra cribado a posta, sí. Ya que el título del escrito “Cribando piedras” es el título del último poemario de Rosa Balbuena. Es una joya de palabras cribadas que se te van colando en el flujo de esta existencia mortal.  Los poemas se van posando en el quicio de esa rutina salvadora que nos mueve día a día.

Rosa Balbuena, ya nos deja en su primer poemario “Porque somos agua en sus infinitas formas”, un poso de huellas en el que nos muestra un hervidero de versos para mojar en los sentimientos. Así por ejemplo, nos dice en su poema “La poesía es…” La mano de un amigo agarrándote fuerte. / El llanto de un nacido al pasar bajo el puente. / En la boca una risa de repente. / Vida social, amor, muerte, / dulzura, ternura, primavera creciente / tristeza, soledad, otoño decadente… El poema está incompleto, y en desorden algunos versos, pero eso es adrede, así os animo a que leáis alguno de los poemarios que Rosa Balbuena nos ofrece, recorriendo un camino tan parecido y tan diferente al de cada uno de nosotros, aunque en lo esencial seamos tan mismos.

Neuronada: La vida solamente es el camino, la huella que vamos siendo en cada instante. Pero no nos damos cuenta de que si en el camino nos deshacemos de otras huellas, estamos borrando el amarre al que sujetarnos si arrecia el viento, y la poesía es el pasamanos perfecto para apoyar nuestras células. Consumir poesía nos hará más sabios y más cercanos a la manera buena de andar por la tierra. Lo podemos comprobar en el poema “El enredo” del poemario “Cribando piedras” de Rosa Balbuena: Hay días que se me enredan las palabras / debajo de la lengua / y los brazos me pesan poderosos, / hacia abajo. / Las columnas de mis piernas / se vuelven de acero / y en el tejado de mi casa / se entreteje una enredadera / El mundo se calla / y yo me paro, oscurecida, / enmohecida de tanto invierno / Quiero contarte mis delirios / pero me callo y por decirte / escribo mis pedazos en un papel / que el invierno se lleva entre sus vientos / El camino se alarga, se hace difícil, / el suelo de tierra se ablanda, / me atrapa, me asfixia, / siento frío en mis pies descalzos. / Me compadezco a ratos, / me imploro con pasión, / soy dura conmigo misma, / no me sé exculpar. / No me perdono haber nacido enredada, / ni difícil, ni fría, pero, aún así, / me quiero / vida mía.

Un poema extraordinario para desayunar con unas piezas de fruta, unos frutos secos y un café humeante que nos revitalice la mañana.

Manuela Bodas Puente – Veguellina de Órbigo.