En la explanada de los cuentos, se habían reunido como cada lunes, unas cuantas personas para escuchar las historias de Hombre Fósil. Hombre fósil llevaba un buen rato sentado en la arena con su espalda apoyada en Baobad. Se fijó en que uno de los allí reunidos, había traído una silla para sentarse, o eso pensó él; pero a medida que iban transcurriendo los minutos, observó que la silla seguía vacía. Entonces le preguntó qué iba a hacer con la silla, ¿para qué la había transportado hasta allí? El muchacho le mirándole a los ojos  le dijo:

– Espero que no te parezca mal, pero he observado que en anteriores lunes,  no se te escuchaba bien, ya que tienes que permanecer sentado por tu padecimiento, por eso hoy se me ocurrió traerte una silla, así estarás más cómodo y además podremos escucharte mucho mejor.

Hombre Fósil con rayos de alegría en la mirada le agradeció profundamente el detalle al chico.

– Este gesto indica que al menos tú, has entendido las palabras que traen mis cuentos. Es cierto, que la ayuda, la solidaridad, y pensar en el otro, son el mejor alimento para poder seguir compartiendo días en este universo que es de todos y de nadie.

Hoy, en la explanada de los cuentos, estamos a enero de 3.033 y Hombre Fósil sigue narrando historias. La primera siempre es la de “La silla”.

Neuronada: ¿Quién no necesita una silla para dejar que sus huesos reposen, o para escuchar los latidos de su propio corazón mientras descansa en ella tranquilamente, también para repasar recuerdos que nos hagan bien? Una silla que pueda ser ese amigo que te escucha, esa compañera o compañero que soporta tus debilidades sin cansarse. Una silla como tabla donde acomodarse en el regazo del otro cuando arrecia el temporal de la vida. Una silla dónde respirar la calma que a veces se nos esconde por la prisa que ahora nos mueve. Una silla hecha de caricias, donde podamos sonreír al otro.

Hoy, la silla la he necesitado para sentarme por la rabia que me recorría. Lo han dicho en las noticias de la mañana, otra Mujer y su Hija, asesinadas por el machismo.

Necesitamos muchas sillas, para sentarnos a reflexionar sobre esta lacra.  Una lacra en la que todos los miembros de la sociedad estamos incluidos.

Sentémonos en la silla del respeto y reflexionemos sobre este cáncer de  metástasis tan cruentas.

Manuela Bodas Puente – Veguellina de Órbigo