Según la segunda acepción del Diccionario de la Real Academia de la Lengua Española, el

término Templo significa “Lugar real o imaginario en que se rinde culto al saber, a la justicia,…”

y por qué no, a las artes, al amor, en definitiva a todo lo sublime que nos rodea.

Nuestro cuerpo, majestuoso cual templo griego, es una creación perfecta en su propia

imperfección, el lugar donde nuestra mente encuentra refugio físico, para desde allí,

trascender sus muros y concebir la esencia humana, nuestro espíritu, nuestra identidad,

aquello que nos hace únicos e irrepetibles.

Nuestro templo es objeto de deseo y pasión, tanto de artistas como de amantes, y todos ellos,

a su manera, le rinden tributo, devotos de la arquitectura divina que a su imagen y semejanza

proyectó en el vacío un rayo de luz que nos dio forma.

                                                                                                         Óscar R. Lobato Sánchez