En el año 3.022, hacía mil años que ningún avión surcaba los cielos. Ya sabemos el motivo, Naturaleza desterró a los seres humanos a vivir bajo Tierra en el segundo milenio, para que todos los daños causados a Planeta, pudieran ir siendo cicatrizados.

Mientras Gabriela Gutiérrez y Muhs, leía sus versos el pasado viernes en el último “Poesía a Orillas del Órbigo” de este año, sus versos me recordaron al cielo límpido y sereno que fue cuando el cuentakilómetros de la humanidad, tuvo que volver a cero y empezar de nuevo. Hoy, en el 2022 de la segunda cuenta atrás, pienso cuánto daño nos hemos hecho, cuánto daño hemos causado a los demás seres y a Naturaleza, que tuvo que enviarnos a vivir como los topos, para que Tierra pueda hoy, en una segunda oportunidad volver a ser Planeta vivo.

Los párrafos anteriores, están entre la inventiva y la realidad, son párrafos mestizos, como lo somos todos los seres que merodeamos por esta galaxia. Son mestizos como algunos, o todos los versos de Gabriela Gutiérrez y Muhs. Soy de la opinión de que en el mestizaje está la sabrosura del aprendizaje. Por eso me gustaron los poemas de Gabriela, por la mezcla, por el canto, por la danza de las palabras que en su voz tocaba nuestras fibras y las fibras de los árboles que aquietaron sus ramas para oírla, incluso el río danzarín y juguetón unió sus aguas a los ritmos de la poesía. Gabriela tiene muchos lenguajes que dicen en muchas lenguas. Gabriela canta a los humildes, a los olvidados, a las que pudieron ser mujeres y no llegaron. Canta en palabras que ya casi no se cultivan, y canta también a la alegría: “La alegría es como los frutos secos, los hidratas un poco y se dan, / como los chiles pasados de Durango, que despiertan después de dormir / por meses y te recuerdan que son más sabrosos secos, al haber recogido / el sol en sus arrugas, el humo en sus venas, y las manos de las viejecitas que / los pusieron a secar en sus troncos, sus regazos, sus tenderos, llenos de amor. / Así tú, hidrata la alegría de tus ancestros, ve a por ella, te espera.” (Versos de su poema “Dos poemas”)

Gracias a Tomás Néstor Martínez Álvarez, creador de “Poesía a Orillas del Órbigo”, se ha instalado en nuestra rutina estival, el aroma del lenguaje poético, que sea por mucho tiempo. Agradecer también a Helena García Fraile sus presencias y su labor en la configuración de los cuadernillos que se entregan al final de cada acto poético y a Encuadernaciones Órbigo por su elaboración y publicación

Neuronada: Más poesía = Más y mejor vida. ¡Viva la poesía!

Manuela Bodas Puente – Veguellina de Órbigo, León