El hogar de la vida, que no es otro que Naturaleza, nos está dejando un mensaje al que por no hacer demasiado caso, puede que nos cueste la propia estancia. Nos encontramos en el tercer milenio, Naturaleza ahora vive momentos estupendos, después de que la humanidad, la máxima responsable del cambio climático, estuviera durante un milenio recluida bajo la superficie terrestre, para dar tregua al planeta y lograr que sus costumbres de consumo, se frenaran. En nuestras escuelas, procuramos tener muy en cuenta los hechos, costumbres y barbaridades de nuestros antepasados, para no repetir los mismos errores. Ya se sabe que el olvido es el primer paso a la reiteración de los fallos que ya tuvimos. De ahí que estudiemos a los que nos precedieron con atención, para aprender de ellos y procurar no cometer los mismos errores ni horrores.

Hoy, el tema de comentario en la clase de literatura, es un libro de Rosa Marina González-Quevedo, que tiene la gracia de viajar en el tiempo. Su protagonista Amanda, que da título a la novela, va y viene como si se tratara de un viaje por el,  ¿mal llamado metaverso? ya lo ha dicho Alex Grijelmo, sería más propio llamarlo metauniverso. Pero volviendo a la novela, decir que Rosa Marina nos propone un viaje extraordinario por el tiempo, bajo el personaje de Amanda y todos los que le rodean. Es un libro que te tiene en vilo, ya que transitas por el pasado y por el futuro, casi más que por el presente, esta virtud de mantener el tiempo andante, y dominar el lenguaje esotérico como lo hace Rosa Marina, tiene un halo de libro misterioso que te va envolviendo en sus páginas convirtiéndote en otro personaje, que desde el otro lado de las páginas, va mutándote de  madre a hija y viceversa. Lo que sin duda, es la esencia de la vida, madre, hija, vida, muerte, existencia que deja paso a otra existencia con los grumos que los ancestros nos han legado. En definitiva, una buena lectura para divertirte, aprender, y además darle al coco.

Neuronada: Leyendo “Amanda”, de Rosa Marina González-Quevedo, van fluyendo por sus personajes, los recuerdos de quienes fueron, o de quienes quisieron llegar a ser. Aunque a veces los personajes, salen del libro y nos llevan con ellos a los rincones secretos en donde nuestras neuronas, guardan nuestros propios secretos. Muestra de que leer, es rehacerse, reinventarse o quizás re-convertirte en los propios renglones de la vida de los otros.

Manuela Bodas Puente – Veguellina de Órbigo.