Somos un matojo de contradicciones, y se nos escapan las bufanadas sin querer, cuando creemos que escapamos al juicio interior, cuando creemos que hemos encontrado al Cristo redentor y que podemos hablar de política como quien esculpe sobre la piedra la ley de Moisés.

La política no es que sea un tema desagradable como muchos piensan, ahora parece más cercano a la prensa rosa, pero es solo una cuestión de perspectiva. En filosofía todo es digno de ser estudiado, todo es digno de debate siempre que se mantenga una cierta coherencia en el discurso. Y en esto último radica el porqué de lo bajo que ha caído el discurso político, e inconscientemente juzgamos como conversación poco fructífera la relacionada con la política porque intuimos que algo falla en los políticos y en nosotros mismos, y nos frustra porque no nos hace sentir mejores al esgrimir nuestro argumentos, que sabemos que en pocos segundos nos desmontarán, así como desmontaremos nosotros al contrincante sin llegar a ninguna verdad última que ayude en la vida real a nadie.

Aquí hay para todos, y vamos a sacar los colores a todos para que no se diga que aquí se dice más de unos que de otros (aunque algunos me llamarán cuñado y otros perroflauta pero eso ya se da por sentado cuando no se dice lo que se quiere oír).

¿Por dónde puedo empezar? Empezaré por usar una jerga muy de los años 30, así caldeo más el ambiente y se entiende mejor lo que quiero decir, vamos allá…

Tenemos una derecha española muy peculiar, por un lado tenemos un tipo de facha que se hincha el pecho con la tradición cristiana, pero que luego no le teme al liberalismo, esa doctrina económica que aboga por el individualismo, sí señores ¡que se jodan los pobres! Eso es patriotismo y lo demás tonterías, está muy bien defender la nación y los valores culturales, pero ¿de qué sirve si nadie se presta al sacrificio por la causa común a través de impuestos y programas sociales? Todos muy patriotas, todos muy cristianos.

Tenemos también unos socialistas y comunistas muy especiales también, sí señores unos rojos de buen cuidado. Les falta el aliento para hablar de la libertad y de cómo la derecha la cercena cuando gobierna, pero no le tiembla la mano para imponer su criterio sobre programas educativos, impuestos sin mucho sentido como el peaje sobre las carreteras que ya se pagaron en su día, o sobre la libertad ciudadana en la reciente pandemia y su confinamiento ya ilegal según el Tribunal Constitucional.

Pero vayamos más a nivel del pueblo. Somos muy rojos, nos llenamos la boca con la globalización, que es buena en boca de los socialistas como forma de unir a la humanidad, pero que es el demonio cuando sale de organismos liberales como la Unión Europea. Nos llenamos la boca con la condena al racismo y la xenofobia, pero cuando se trata de atacar a los judíos ahí la cosa cambia, podemos boicotear al pueblo de Israel porque son los malos y los buenos los Palestinos, ahí la raza cuenta claro… Pero no nos olvidemos de que si son los fachas los que atacan a los judíos entonces podemos sacar a Spielberg de la despensa y recordar que si no eres rojo y atacas a un judío entonces eres nazi, así de simple.

También tenemos a los cristianísimos fachas, que son cristianos católicos y romanos, ponen a Dios en su mira en cuanto un rojo les sale al paso, pero cuando Dios eligió al último Pontífice se equivocó y no se cortan en llamar al Santo Padre por el sobrenombre de “Papa perroflauta”… saben más los fachas que Dios.

Con esto del cristianismo hay para dar y tomar en todas partes, porque los rojos tampoco se cortan un pelo, les gusta decir que la Iglesia es malísima, y tachar de tendencioso el moralismo cristiano, pero luego cuando hacen política lo moralizan todo, quieren crear un mundo más justo a base de decir a las personas cómo deben comportarse y se quedan tan anchos al hacer lo mismo que un cura en el acto dominical a la vez que hacen pintadas del estilo “la mejor iglesia es la que arde”.

Las contradicciones están por todas partes, y las podemos percibir y es lo que nos estomaga, lo que nos hace perder la fe en los políticos. Hay partidos que se defienden cuando les tachan de racistas por tener políticas conservadoras en cuanto a la defensa de las fronteras. A mi me surgen las dudas, no puedo evitar pensar “¿de qué van estos?”, resulta que si no es por una cuestión racial eso de proteger la frontera, ¿entonces por qué debo discriminar? Son cristianos anticapitalistas, porque así son los fachas de nuestro país, gente que valora los valores humanos por encima de todo, pero luego resulta que hacen políticas discriminatorias en la base del dinero, porque no nos engañemos, solo consiguen papeles legales quienes tienen algo de dinero para superar la corrupción de sus países, la burocracia, etc…

Los rojos tampoco ayudan mucho, porque están en contra de la discriminación en las políticas fronterizas, pero luego apoyan sin tapujos el nacionalismo vasco y catalán cuyas raíces se hunden en la idea de que son diferentes de los españoles, y superiores en todo por lo cual deben separase de nosotros. Nunca podré entender que los comunistas de este país se alíen con los nacionalismos y luego prediquen en contra del nazismo que viene a ser el primo hermano de lo anterior.

No voy a seguir porque ya me he cansado, pero creo que para muestra el botón de lo que quería decir, ¿cómo vamos a llegar a un acuerdo los ciudadanos de la democracia, si los que son rojos y los que son fachas se pisan el terreno a conveniencia cuando debaten temas fundamentales de su ideología?

Hoy me verás protegiendo la libertad y mañana me verás diciéndote cómo tienes que vivir. Cosas más raras se vieron tanto en la URSS como durante la República Católica de España (véase franquismo, república porque no había rey y había elecciones orgánicas, lo demás ya se entiende solo).