En la residencia donde vivían Remigio, Rosa y Rosalina, había hoy, un aire festivo lleno de algarabía. El motivo bien lo merecía, iban a visitar uno de los museos cinematográficos mejor dotados, cuidados y mimados del país. Remigio, Rosa y Rosalina, ya lo habían visitado en varias ocasiones y estaban maravillados, además, Miguel Pérez, “Trébol”, les deleitó con proyecciones de nodos de su época, documentales que les traían calorcito a los corazones. El mismo calorcito que van a sentir hoy cuando Trébol les explique lleno de energía e ilusión el funcionamiento de cada proyector, algunos de 1924 por ejemplo.  La directora de la residencia, había visitado también el museo, por el empeño que Rosa le había puesto.

-Vete tu misma a visitar la exposición de proyectores y equipos de cine que jamás hayas visto, comprueba cómo Trébol te emocionará con el empeño y la dedicación que le ha puesto al proyecto. Aparatos que no funcionaban o les faltaban piezas, te explicará cómo los ha dejado relucientes, nuevos y ha creado las piezas que faltaban o estaban inservibles. Comentó Remigio que había ido con Rosa a exponerle a la directora de la residencia la visita al museo del cine.

La directora volvió maravillada y dispuesta a llevarse a los residentes a que visitaran la joya del pueblo. Trébol le había indicado que en su patio de butacas, también adquirido por él, podrían cómodamente pasar un buen rato, después de explicarles con todo lujo de detalle, el funcionamiento de todos los proyectores que había en la sala.

Mordida existencial: Hoy la mordida existencial va dirigida directamente a la dedicación, empeño y trabajo que Miguel Pérez, nuestro Trébol, ha puesto en el museo de cine que habita en la sala de exposiciones de Veguellina de Órbigo. Merece que esa sala, sea el hogar perenne de la exposición más elaborada y trabajada de proyectores de cine que actualmente se pueda ver. Además es un reclamo para el pueblo y un cuévano de memoria donde la vida que fuimos está escrita en cada proyector, en cada máquina que las manos y el cerebro de Trébol, han convertido en presente gracias a su amor al y por el cine. La última de las adquisiciones es una Philips F.P. 30 – D / 35 mm. No te pierdas esta joya que tenemos tan cerca. Aquí en Veguellina de Órbigo, el museo cinematográfico de Trébol; que ha recibido entre otros,  el “Lumière”  2016, el premio del director del festival de cine y televisión “Reino de León 2021”, o el diploma del festival de cortos “VIII Luna de Cortos”, entregado por su director Balbino Ferrero; merece larga y próspera vida.

¡Gracias Trébol! Gracias por custodiar en el pueblo ese amor cinéfilo que te ha llevado a mimar y crear una exposición que nos mueve esos hilos infantiles que habitan en las tripas y en la glándula del recuerdo.

Manuela Bodas Puente – Veguellina de Órbigo.