La tarde iba deshilachando penumbra en el interior de las estancias. En la residencia donde vivían Rosa, Rosalina y Remigio, además de muchos compañeros que habían escogido esta manera de compartir el último tramo de la vida, se vivía hoy, la tarde de los comentarios de los periódicos de la semana. La nieta de Romualdo, había instaurado este taller para todas las tardes de los jueves.

Otro de los juegos en grupo, era el de la silla; este estaba dentro de las actividades de la tarde de los martes.

-Buenas tardes a todas las personas que acudís a esta reunión de los jueves. Supongo que la semana ha sido buena, os veo a todos radiantes. Creedme si os digo que parecéis unos colegiales. Bien ¿Quién quiere empezar? Remigio levantó la mano

-Bueno primero darte las gracias, y creo que hablo también en nombre del resto de compañeros, por llamarnos colegiales. Mi trabajo está hoy centrado en la enorme falta de consideración, educación y respeto, hacia una mujer que nos representa a todos en la comunidad europea, me refiero a la jefa del ejecutivo comunitario Úrsula von der Leyen. ¿Cómo se puede ser tan cabestros? Los dos acompañantes de este mujer, machos, no se si alfa, beta o gamma, ocupan en una reunión que tenían los tres, las dos sillas y la dejan a ella de pie. Vale, sin darte cuenta te sientas sin saber que alguien se va a quedar de pie. Pero una vez comprobado que no hay silla para todos, ambos hombres, ni se inmutan. Ella es mujer, así que se quede de pie, es un ser inferior, no merece silla. Esa imagen me recordó cuando aquí, jugamos los martes a la silla, el juego donde comenzamos con tantas sillas como personas jugamos y terminamos con solo una, donde se sienta el ganador del juego. Cuando he visto la imagen de Recep Tayyip Erdogan, máximo dirigente turco y al belga Charles Michel, presidente del consejo europeo, sentados  y a  Úrsula de pie, supuse que estaban jugando al juego de la silla y ella la había perdido; pero no, los que han perdido son ellos, ambos han perdido su dignidad y su gracia interior a los ojos de los que hemos contemplado tal espectáculo. ¿Y aún hay personas que dudan de que haya que seguir manteniendo la lucha por la igualdad de género? Nos queda mucho que conquistar o reconquistar en este terreno.

Mordida existencial: Poco que añadir a lo que el bueno de Remigio leyó aquella tarde de jueves en el taller de comentarios de prensa de la  residencia.

Solo indicar que para que nos tratemos de igual a igual, necesitamos educación elevada a la máxima potencia. La educación como pan del cerebro y del alma.

Manuela Bodas Puente

Veguellina de Órbigo.