En el caso de suprimir los cambios horarios, el siguiente paso sería decidir en qué horario permanecemos, una cuestión polémica sobre la que los expertos no logran ponerse de acuerdo.

Como cada año, en la madrugada del último domingo del mes de marzo adelantaremos una hora nuestros relojes, dando así cumplimiento a la Directiva Europea 2000/84/CE que sigue vigente en los Estados miembro de la Unión Europea. Sin embargo, el cambio de hora lleva ya tiempo sujeto a debate después de que la Comisión Europea realizara en 2018 una consulta pública en la que más del 80 % de los 4,6 millones de ciudadanos que participaron se mostraron a favor de acabar con esta costumbre.

La supresión del cambio de hora bianual eliminaría los efectos sobre la salud que produce esta brusca alteración del ritmo circadiano que, aunque no tiene consecuencias graves, sí que puede generar molestias y desajustes en algunas personas o en grupos de población más sensibles a estos cambios como los bebés lactantes. Además, si bien no hay estudios concluyentes al respecto, parece que el impacto sobre el consumo energético de eliminar el cambio de hora sería mínimo.

En agosto de 2018, y a solicitud del Consejo de Ministros, se creó en España un Comité de Expertos del que formaban parte destacados profesionales de todos los sectores involucrados para analizar a fondo las repercusiones y el impacto que tendría la supresión del cambio horario. Aunque se dijo que en 2021 se produciría, probablemente, el último cambio, la pandemia de covid-19 ha alterado todas las agendas y es posible que aún tengamos que esperar algo más.

Una decisión polémica

Además, en caso de suprimir el cambio de hora, quedaría por tomar la decisión más polémica: ¿con qué horario nos quedamos?

Según el informe publicado en marzo de 2019 por la citada Comisión para la reforma de la hora oficial: “La opinión de los expertos sobre el cambio de hora estacional no es unánime ni concluyente. Una parte preferiría mantener el cambio de hora tal y como se viene realizando hasta la fecha, otra optaría por adoptar el horario fijo de invierno atendiendo, principalmente, a criterios de salud y uso de horas de sol y también hay expertos favorables a mantener fijo el horario de verano, teniendo en cuenta un previsible impacto negativo en el sector turístico, que representa en torno a un 12 % de nuestro PIB.”

José Luis Casero, presidente de la Comisión Nacional para la Racionalización de los Horarios Españoles (ARHOE) y que formó parte de este comité de expertos, es partidario de mantener el horario actual: “A mí no me gusta hablar de horario de verano y horario de invierno porque, para empezar, no son términos exactos. El primero lo adoptamos en marzo, que no es precisamente verano, y el segundo en octubre, que no es invierno. Además, estos nombres tienen muchas connotaciones, el verano nos recuerda a las vacaciones, el sol… intuitivamente nos gusta mucho más”.

Como nos recuerda el experto, el horario de España no es el del meridiano que nos corresponde (el de Greenwich, UTC+0), ya que en 1940 se adoptó el huso horario +1 para la península e islas Baleares. El investigador Pere Planesas, en un artículo publicado en el Anuario del Observatorio Astronómico de Madrid, lo explica: “El cambio de hora adoptado en marzo de 1940 merece especial consideración. Está redactado como un típico adelanto de la hora oficial de verano, señalando que ‘oportunamente se señalará la fecha en que haya que restablecerse la hora normal’. Tal restablecimiento no tuvo lugar en otoño, como era habitual, ni ha tenido lugar desde entonces hasta la actualidad. En la práctica, supuso un cambio permanente de la hora oficial de España adoptando, sin decirlo y, posiblemente, sin planearlo, la del huso horario +1 para la península y las islas Baleares y la del huso horario 0 para las islas Canarias”.

Como resultado, en la península y Baleares tenemos el horario UTC+1 entre octubre y marzo, y el UTC+2 el resto del año. “La mayoría de expertos de los ámbitos de salud y sociales – sanitarios, profesores, cronobiólogos…- nos decantamos por el horario UTC+1 (mal llamado horario de invierno)”, nos explica Casero. “Si cogemos un mapa de luz y oscuridad a lo largo del año en nuestro país lo vemos claro: en caso de quedarnos con el UTC+2 habría en torno a cuatro meses (de noviembre a febrero) en los que en algunas zonas del país amanecería entre las 9 o incluso las 10 de la mañana. A nivel fisiológico sabemos que el cuerpo humano necesita al menos una hora de luz para empezar a ser productivo, así que estamos hablando de miles de trabajadores y de alumnos que se irán de noche a la oficina o al colegio y que aún no habrán, en cierto modo, despertado”.

Horarios más razonables

Por otro lado, sabemos que España es uno de los países europeos con horarios más tardíos y en los que se duerme menos. Con el horario de verano, por ejemplo, muchos padres que quieren que sus hijos descansen las horas suficientes tienen verdaderos problemas para conseguir acostar a sus hijos, pues estos se niegan a hacerlo si es de día. Es difícil cenar pronto cuando a las diez de la noche hay luz natural, las actividades de ocio inevitablemente se alargan y, en definitiva, este horario favorece que los españoles, niños y adultos, nos vayamos a dormir más tarde que nuestros vecinos europeos.

“Mucha gente dice que prefiere el horario de verano porque así sale a las 7 de trabajar y puede hacer deporte o tomarse algo en una terraza con luz natural”, reflexiona Casero. “Pero es que el problema de fondo no es la luz que hay a las 7, sino que tú salgas de trabajar a esa hora. Ese es precisamente uno de los objetivos de ARHOE: conseguir la armonización de nuestra vida laboral y personal, y eso pasa entre otras cosas por tener unos horarios de trabajo más razonables. Y, por otro lado, hay que tener en cuenta la meteorología propia de cada época: aunque mantengamos el horario UTC+2, en invierno hace frío. Sí, puede ser de día a las 7 de la tarde, pero tomarse esa ansiada cerveza en una terraza de día no tiene nada que ver con hacerlo en verano. Al final lo que nos condiciona más es el clima propio de cada estación, que es el que es y no se puede cambiar, al igual que no puedes cambiar el número de horas de luz natural que tienes en invierno y el número que tienes en verano, en eso da igual el huso horario”, concluye el experto.

El encendido debate en torno al cambio de hora no está, ni mucho menos, cerca de finalizar. En todo caso, parece que de momento vamos a continuar igual y este fin de semana, nos guste más o menos, volveremos a adelantar una hora nuestros relojes.

Victoria González

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