Llevamos demasiado tiempo pensando que en las ciudades se vive mal y en los pueblos muy bien, que como en el campo no se está en ningún sitio, pero que allí no puede vivir nadie, pobrecitos, si no tienen nada y aquí tenemos de todo y es normal que los pueblos se queden vacíos, que todo el mundo se vaya a vivir a la ciudad a pesar de sus malos humos, sus ruidos, sus prisas, su mogollón.
Parece un contrasentido, pero no lo es tanto si analizáramos las razones que nos hacen ver lo rural tan atractivo e imposible, porque muchas de esas bondades no son tan inalcanzables si pensáramos un poquito.
Hay que pensar, solo un poco, en el rediseño de nuestras ciudades, en lugar de mantenerlas tan invivibles y empeñarnos en esa venganza de querer convertir a los pueblos en tristes entornos urbanos deslocalizados. El ejercicio debería ser el contrario: ruralicemos las ciudades. ¿Te parece una locura?
Ciudades más rurales
Piensa cómo serían esas ciudades más rurales, más de pueblo, con sus ríos naturalizados, sus huertas por todas partes, sus plazas con árboles donde charlar los mayores y jugar los niños, sus tiendas de proximidad, sus bares de vecinos donde echar la partida, con multitud de espacios abiertos donde (por fin) tengamos la posibilidad de conocer a nuestros vecinos y hasta enfadarnos o enamorarnos de ellos, esos que ahora son tan anónimos, apenas un buenos días cabizbajo en el ascensor, seres invisibles y hasta incómodos.
¿Te imaginas ciudades organizadas en barrios a modo de pueblos cercanos con pequeño comercio, pequeñas librerías, largas charlas callejeras? Quizá el futuro no consista tanto en ir locamente hacia adelante, sino en recuperar mucho de lo bueno del pasado, incluidas las bicis y las croquetas de la abuela.
Fuente: César Javier Palacios / 20minutos, Ambientum
Artículo de referencia: https://www.20minutos.es/opinion/cesar-javier-palacios-ruralicemos-ciudades-20210216-4584856/?autoref=true,