Foto: Isaac Llamazares

Se cumple un año del grito de auxilio de más de 80.000 leoneses de todas partes de la Región por el futuro de esta tierra

El ya fallecido filósofo estadounidense Will Durant, en una de sus citas, destaca que “una gran civilización no es conquistada desde fuera hasta que no se ha destruido a sí misma desde dentro”. Un sabio alegato que perfectamente puede trasladarse a la situación que en la actualidad vive ese territorio al noroeste del país llamado Región Leonesa.

Y es que ya han pasado 38 años desde que ese vestigio del franquismo apodado Martín Villa decidiera (o mejor, presionara) unir leones y castillos. Y casi cuatro décadas después, el resultado ha sido el esperado. Claramente los leoneses del Norte no han caído ante el adoctrinamiento mesetario. Sin embargo, bien diferente ha sido el efecto en los leoneses del Centro y del Sur.

Porque sí. Si de algo ha servido esta comunidad ficticia ha sido para que Zamora y Salamanca tengan el corazón dividido. Y resulta una verdadera pena haber visto como, generación tras generación, esos que resistieron a los envites de Sancho II o los que fundaron un Estudio General para evitar que el pueblo tuviera que estudiar en Castilla, ahora estén más cerca de Villalar que de San Froilán.

Una nueva esperanza que comenzó en las calles de León

Las palabras que ustedes, lectores, han visualizado anteriormente corresponden a una opinión que yo mismo redacté para este medio hace exactamente un año. Y es que, tal día como hoy, pero en 2020, la historia dio un vuelco de 180º. Mejor dicho, volvió a su posición correcta, 38 años después.

En la memoria queda ya el 16 de febrero de 2020. El día en el que, emulando a ese 4 de mayo de 1984, cerca de 80.000 leoneses salieron a las calles con el puño en alto y el corazón en la Región. Porque hace justamente 365 días un casqueo de dedos, similar al de un prestidigitador cuando deshipnotiza a su voluntario, hizo abrir los ojos a miles de leoneses del Norte, del Centro y del Sur.

Porque el León gritó ¡Basta! Y decidió que esa jaula jamás volvería a retener a ese felino que apodan el Rey de la Selva. Porque desde Riaño hasta Ciudad Rodrigo, pasando por Toro y Ponferrada, se decidió que el cuento castellanoleonés ya no sería leído en ningún hogar más. Porque los sentimientos puede que no afloraran. Pero los datos sí. Esos datos de despoblación, envejecimiento, paro o ‘tongos’ en la elección de sedes de empresas punteras ya no podían ser ocultados por esos títeres que rebuznan algo como “comunidad de éxito”.

Porque si algo hay que agradecer a los Igea, Mañueco, Amigo, Villarroel y compañía es que han hecho más por el leonesismo que todos los colectivos y partidos en favor de la 18 juntos. Porque ese invento llamado “Mesa por León” cojea de las cuatro patas desde

que se formó. Y porque esa fundación que llaman Castilla y León se avecina a recibir el mismo final que su antecesora Villalar.

2020 no ha sido un año bueno para nadie. Mucho se ha perdido. Demasiado, quizás. Y nada ni nadie va a poder arreglar los desastres que ese mal llegado desde Wuhan ha creado en nuestra sociedad. Pero sepan, queridos lectores, que el espíritu de todos esos que ya no están reside en el interior de todos aquellos que salen cada día a luchar. A luchar por el futuro de los que vendrán. A luchar con la fuerza de los que ya no están ahí. A luchar por lo que por derecho es y siempre ha sido nuestro.

Nadie ni nada podrá negar lo que fuimos, somos y seremos. Porque, hermanos leoneses, hermanos zamoranos y hermanos salmantinos, formamos parte de una misma familia, de una misma historia y de una misma cultura. Muchos intentarán engañar. Haceros creer que nada tenemos en común. Incluso esos, cuya finalidad es dividir, sean vuestros mismos paisanos. Pero debéis saber que nadie ni nada podrá negar vuestro propio corazón. Un corazón de León.

En este 16 de febrero, debéis alzar esa bandera que os pertenece. Da igual si es carmesí, con bandas rojas y verde o granate. Alzadla por ese felino hambriento de justicia que lleváis dentro. Y nunca, nunca, penséis un segundo en abandonarla. Esa bandera representa un antiguo Reino. Representa una Región. Representa esa autonomía que, a cada día que pasa, se hace más y más posible. Leoneses, zamoranos, salmantinos. Recordad que este 16 de febrero, el País Leonés ruge por su libertad. Por nuestra libertad.

Christian Fernández