La organización agraria ASAJA rechaza con la máxima contundencia el acuerdo adoptado en el día de ayer por el Gobierno y determinadas comunidades autónomas para aumentar el grado de  protección sobre el lobo y consecuencia de ello sacarlo del listado de especies cinegéticas. Aunque ASAJA no está satisfecha con el control que se viene haciendo de la especie, ya que ningún año se cumplen los cupos de ejemplares que se pueden abatir, una regulación más restrictiva contribuirá a un censo mayor de camadas de lobos por todo el territorio provincial incluidas zonas en la que nunca antes se había avistado.

Hoy el lobo es ya el gran enemigo de la ganadería extensiva en pastoreo, sobre todo de vacuno y de equino, en todas las comarcas montañosas y de media montaña de la provincia León. Donde este cánido campa a sus anchas es inviable hacer una ganadería extensiva en la que el ganadero no está permanentemente presente con el ganado, y aunque hubiera mecanismos de compensación económica, que no los hay, ello no sería una solución.  En el ganado ovino los daños no son tan elevados ya que las ovejas son animales gregarios, que pastan juntos, y siempre está presente el pastor, que junto a los perros mastines, consiguen ahuyentar la mayoría de los ataques. Muchos daños de los lobos no se pueden demostrar y por lo tanto peritar, y al valor del animal siniestrado hay que sumar un lucro cesante que a veces es superior todavía.

Tan pronto como cambie el estatus actual del lobo al norte del río Duero, donde se encuentra la provincia de León, se dejará de percibir la indemnización por daños de este cánido en los cotos de caza que gestiona la Junta de Castilla y León, como son las reservas de caza de los Ancares, Mampodre y Riaño. La prohibición de la caza supone también una pérdida de ingresos para las juntas vecinales de la provincia propietarias de los cotos cinegéticos.

ASAJA considera que la decisión de ayer es una victoria de los conservacionistas contra los ganaderos, y que ha sido posible por la propensión del Gobierno a tomar decisiones marcadas por sesgos ideológicos al margen de las valoraciones técnicas, de la equidad y del sentido común. Se equivoca el Gobierno legislando contra los intereses de quienes viven en los pueblos, sin escucharles ni empatizar con ellos, para tener contenta a una legión de conservacionistas “perroflautas” unos y “niños de papá” otros, que únicamente se acercan al campo de fin de semana y normalmente para crear problemas a la población local.