Se cumple más de un año desde que la OMS dio la alerta por la pandemia del coronavirus (aunque en nuestro país tuvo escaso eco en ese momento).

Pero desde que las autoridades políticas del gobierno de la nación tomaron nota, allá por el mes de marzo y hasta nuestros días, una ingente cantidad de personajes políticos, unos con mando en plaza y otros como portavoces de los partidos, han ido apareciendo en los medios de comunicación predicando que el único interés de su quehacer respecto a quienes representan, no es otro que el de “salvar vidas”.

Me pregunto si existe algún ciudadano que piense que el interés de sus representantes consiste precisamente en lo contrario en estos momentos de pandemia.

Sin embargo hay una palmaria contradicción en sus palabras pues todos vienen a criticar la gestión de la pandemia que realizan sus adversarios políticos, de modo que dan por supuesto que “los otros” no tienen como principal y único objetivo el salvar la vida de los ciudadanos o bien que no han hecho todo lo posible y necesario para que así fuera.

Y no solo esto sino que hay algunos que se han llegado a creer que gracias a las medidas que han puesto en marcha en los territorios de su competencia, han logrado ese noble objetivo y de paso no arruinar la economía de la zona.

Vamos, todo un logro de las buenas prácticas.

No han caído en la cuenta que son predicadores de lo obvio. Se llenan la boca con ese mantra reiterativo, especialmente cundo se les agota el discurso para dar buenas señales de su noble vocación de servicio a los ciudadanos.

No es mi interés examinar en este momento la gestión de lo que ha supuesto una verdadera pesadilla para todo el mundo, pero dentro del desastre que supone esta pandemia sí nos podemos sentir orgullosos de quien son los que realmente salvan vidas que no son otros que los trabajadores de la sanidad, desde los que estudian los casos y su evolución, pasando por los que actúan sobre los infectados y enfermos y quienes deciden las mejores recomendaciones para evitar su expansión.

Los ciudadanos no queremos salvadores de boquilla ni hubiéramos necesitado que nos salvaran el verano ni la navidad ni mucho menos deseamos que nos vuelvan a salvar en semana santa.

De lo que realmente estamos necesitados es de que nuestros representantes políticos hagan caso de una vez de quienes están capacitados para actuar en salud pública y necesitados de que nos hablen de realidades, no de vanas pretensiones que lo único que consiguen es la frustración de la mayoría y con ello la falta de credibilidad en las Instituciones.

P.D: por favor, Sra. Ministra de Turismo, no necesito que me salve la Semana Santa, un poco de paciencia y más diligencia.

Angel L.Nieto

Febrero 2021