Las nuevas tecnologías ahorrarán a los sistemas de salud europeos 200.000 millones de euros anuales

DICYT El desarrollo de aplicaciones para el seguimiento de pacientes crónicos, el análisis masivo de historias clínicas mediante técnicas de Big Data o la puesta en marcha de servicios de tele-asistencia son solo algunas de las innovaciones que ahorrarían a la sanidad europea más de 200.000 millones de euros anuales. Pero el impacto de las nuevas tecnologías al Sector Salud no debe medirse exclusivamente en euros. Según estudios del Clúster europeo de tecnología sanitaria, Med Tech Europe, su aplicación contribuiría además a salvar unas 400.000 vidas al año y liberaría más de 1,8 millones de horas de trabajo anuales al personal sanitario, lo que equivale a disponer de 500.000 profesionales sanitarios.

Un reto en el que empresas, investigadores, profesionales sanitarios y la Administración regional llevan trabajando desde hace años. “Castilla y León es una comunidad muy extensa, con una población dispersa y envejecida que, por lo tanto, sufre enfermedades crónicas y múltiples patologías. Cualquier intervención que hagamos para favorecer la accesibilidad y mejorar la comunicación entre el personal sanitario y los pacientes es muy relevante”, afirma en declaraciones a DiCYT Mónica Robles, jefa del Servicio de Investigación e Innovación de la Dirección General de Sistemas de Información, Calidad y Prestación Farmacéutica de Sacyl, el servicio público de salud de la comunidad.

La región cuenta con hospitales, centros tecnológicos, universidades y empresas con una gran experiencia en el desarrollo de TIC para el sector de la salud. Nuestro papel, explica Robles, es precisamente el de “alinear las necesidades de profesionales y pacientes con las soluciones empresariales” y añade: “Intentamos trabajar con las empresas y avanzar hacia un nuevo rol del hospital en la sociedad. Hasta ahora sabemos que prestan asistencia, pero también podemos rentabilizar su conocimiento, no solo en términos económicos, y lograr una transferencia hacia el sector productivo”. En ese contexto han salido adelante proyectos de éxito como la app ‘Mi Pediatra CyL’ o la iniciativa Aula de Pacientes.

Buena parte de los agentes del ecosistema sanitario de la comunidad se agrupan en torno a Biotecyl, el Clúster de Salud de Castilla y León, cuya gerente, Ana Pérez, asegura que “la región cuenta con un ecosistema fuerte y bien posicionado. Tenemos universidades, centros de investigación y algunos servicios hospitalarios que son punteros en la aplicación de las nuevas tecnologías al ámbito sanitario. Ello ha generado un caldo de cultivo inmejorable en el que han surgido numerosas startups con soluciones punteras. La clave para convertirlas en un nuevo puntal de desarrollo socio-económico regional es apoyarlas y fortalecerlas. Desde luego con financiación, pero también resolviendo cuestiones críticas para el desarrollo del sector, como el acceso y propiedad de los datos de salud, la interoperabilidad de dichos datos, o la mejora de las capacidades digitales del personal sanitario”. Y añade: “Estamos en un momento crítico en el que debemos repensar nuestro sistema sanitario, económico, nuestra sociedad. Apostar por la innovación es nuestra mejor baza para generar empleo de calidad, para fijar población, pero también para asegurar la resiliencia futura de nuestro sistema sanitario”.

El IBSAL, innovación en beneficio del paciente

Uno de los principales focos de la investigación y la innovación sanitarias se encuentra en el Instituto de Investigación Biomédica de Salamanca (IBSAL), único centro de la comunidad acreditado por el Instituto de Salud Carlos III. Muchos de sus proyectos se apoyan en la tecnología, desde programas que mejoran la gestión, hasta aplicaciones de medicina personalizada.

Así, en colaboración con servicios del Complejo Asistencial Universitario de Salamanca, investigadores del IBSAL, trabajan en el campo del Big Data o inteligencia de datos identificando biomarcadores que se pueden aplicar al diagnóstico y pronóstico de pacientes que llegan al hospital por problemas renales o enfermedades infecciosas. Al analizar en conjunto diversos parámetros, los especialistas pueden conocer de antemano la probabilidad que tiene una persona de necesitar un ingreso hospitalario o de desarrollar una sepsis. El objetivo es que este método se pueda aplicar ya desde Atención Primaria para que los profesionales sanitarios puedan valorar mejor la situación de los pacientes.

También impulsado por el IBSAL, el Servicio de Hematología y Hemoterapia del Complejo Asistencial Universitario de Salamanca, en colaboración con la empresa Hoplite Software, ha desarrollado una aplicación móvil para el control y el manejo remoto de pacientes polimedicados con el objetivo de mejorar su adherencia a los tratamientos. La idea se ha desarrollado para personas que han pasado por un alotrasplante, que suelen tomar muchos fármacos y corren el riesgo de que se olviden de tomar alguno de ellos, pero se podrá exportar a otras áreas del hospital.

Cartif, robótica social y rehabilitación

Los centros tecnológicos de la comunidad, con muchos años de experiencia en investigación e innovación en salud, saben bien que ese trabajo ‘in situ’, con los profesionales sanitarios, es imprescindible. Cartif, con sede en el Parque Tecnológico de Boecillo (Valladolid), lleva casi dos décadas estudiando el campo de la robótica social. Su robot Copito interactúa con personas mayores de los Centros Geriátricos Lacort. “Hay mucha investigación en laboratorios, pero muy poca en las residencias, salvo en Japón”, asegura Pablo Viñas, bioingeniero y director del Área de Bienestar y Salud de Cartif. “Todavía estamos lejos de los robots de compañía de las películas, pero avanzamos en ese sentido, es la revolución que viene”, añade.

Las personas mayores van perdiendo habilidades y capacidades, y mejorar su interacción no es sencillo, pero el robot Copito de Cartif demuestra tener un gran impacto. “La riqueza de la interacción va aumentando en función del conocimiento que acumula el robot sobre la persona, ya que le hace preguntas a los usuarios y va almacenando información. Por ejemplo, si le dicen su lugar de procedencia, el robot les comenta una noticia reciente de allí”, explica. En el campo de la rehabilitación cognitiva uno de los ejes es trabajar la memoria lejana, así que Copito puede preguntar por los ingredientes de un cocido.

El desarrollo tecnológico del robot consiste en una adaptación continua para mejorar estas interacciones. Así, uno de los retos ha sido mejorar las capacidades auditivas de Copito para que entienda mejor a las personas mayores, que van disminuyendo su tono con el paso de los años. Además, al perfeccionarse el diseño robótico, se ha incrementado la aceptación de los residentes, que muestran sentimientos de afecto hacia Copito.

Por otra parte, Cartif también utiliza la robótica para realizar ejercicios de rehabilitación. En este caso, los robots “son una herramienta más para los fisioterapeutas o los terapeutas ocupacionales. Nosotros buscamos herramientas mecatrónicas de bajo coste y alto rendimiento terapéutico para facilitar el acceso a la tecnología”, apunta Viñas. Estos dispositivos asisten los movimientos o ayudan a tonificar los músculos de acuerdo con las necesidades de cada paciente, pero siempre como parte de un juego motivador.

Los sistemas personalizados del ITCL

El Instituto Tecnológico de Castilla y León (ITCL), con sede en Burgos, tiene un proyecto similar, enfocado específicamente a la rehabilitación de pacientes que han sufrido un ictus. “Aunque se recuperen suelen tener algún trastorno y, entre los más habituales, está la descoordinación entre las manos o la imposibilidad de realizar el movimiento de pinza correctamente. Por eso, hemos desarrollado un dispositivo para ayudar a los rehabilitadores a controlar que, efectivamente, el paciente avanza en la ejecución de estos ejercicios”, comenta Belén Lanuza, responsable de relaciones con empresas de ITCL. Dentro de este prototipo es fundamental la generación de modelos informáticos individualizados para cada usuario.

Con la misma filosofía en torno a la medicina personalizada, ITCL ha desarrollado un sistema de alertas para la atención a personas de edad avanzada en entornos rurales. A través de dispositivos como pulseras o relojes inteligentes, se recogen una serie de variables de salud básicas y, ante cualquier alteración, familiares o personal sanitario reciben un aviso. “La plataforma genera un modelo individualizado que tiene en cuenta cuáles son los parámetros de tensión o de oxígeno habituales en esa persona y, si cambian, los algoritmos deciden si es necesario generar la alarma”, explica la experta. El sistema se puede complementar con dispositivos adicionales, por ejemplo, detectores de caídas.

Transformaciones en época de pandemia

En general, “estamos trabajando mucho en sistemas que se puedan aplicar en entornos rurales para monitorizar el bienestar de las personas en ausencia de médicos o familiares y queda mucho por hacer”, señala Lanuza. Además, con la pandemia de covid ha crecido mucho la demanda en diversos sectores, desde residencias de ancianos a los hospitales o las fábricas. Todos necesitan sistemas para controlar el acceso, la gestión, los movimientos o las situaciones de aislamiento.

“En sus inicios, el coronavirus generó una revolución en cuanto a colaboración y cooperación por parte del tejido empresarial, los voluntarios, los centros tecnológicos y otros agentes para dar soluciones a un problema inesperado”, confirma Mónica Robles. Las instituciones se han sumado con convocatorias específicas para proyectos de investigación que ayuden a superar la pandemia.

La crisis sanitaria ha costado muchas vidas y ha generado muchos problemas asistenciales, pero pensando en el futuro, también puede suponer un impulso para las TIC en salud. “Como toda crisis, es una oportunidad, tenemos que estar atentos y adaptarnos”, señala Pablo Viñas. Tecnólogos y profesionales sanitarios están “agudizando el ingenio y buscando soluciones imaginativas para mejorar la asistencia y la tecnología está demostrando ser una herramienta fundamental”. Por ejemplo, en el caso de sus robots, “los propios cuidadores ven que son herramientas que disminuyen el riesgo de contagio e incrementan la interacción social que necesitan las personas de las residencias, que de otro modo perderían capacidad cognitiva”, asegura.

Según el bioingeniero de Cartif, la pandemia deja claro que solo se pueden ofrecer prestaciones sanitarias de alta calidad con el apoyo de herramientas tecnológicas: “Si no cuentas con ellas y quieres mantener el nivel de servicios, necesitas comprarlas fuera, con lo cual nuestros impuestos estarán sirviendo para subvencionar el desarrollo de otros países”, lamenta. Por eso, en su opinión, para mantener el sistema resulta imprescindible contar con políticas tecnológicas que generen riqueza.