Dijo el alcalde

“La determinación y valentía de nuestros antepasados confieren al Reino de León un papel esencial en el desarrollo de la historia desde la Edad Media hasta la época actual.

Fueron esos años, convulsos en la península ibérica, en el Reino de León, los que marcaron lo que somos hoy y, sin duda, lo que queremos ser y seremos mañana.

Con orgullo, recuperamos hoy, de nuevo, esa herencia como pueblo que nos ha hecho pasar a la historia como la Cuna del Parlamentarismo y que no debe nunca, nunca, caer en el olvido.

Somos así porque sobre este mismo terreno que ahora pisamos, entre viejas paredes aquí mismo o a escasos metros de aquí, en el Claustro de San Isidoro, se determinaron fueros, decretos, que marcaron la convivencia y la cotidianeidad de un Reino, que partiendo desde Asturias se extendió por amplias zonas de las antigua Gallaecia y Lusitania, por las poblaciones fronterizas de  Extremadura;  un Reino que fue el más importante de la historia medieval y el más prolongado en el tiempo.

Los reyes, desde Alfonso V (999-1028) hasta los últimos monarcas del reino de León, Fernando II y Alfonso IX (1157-1230), los señores laicos y eclesiásticos, los mismos pueblos acabaron de dar forma a una política foral que renovó antes que en ningún territorio la vida urbana en el occidente cristiano.

Como se destaca en la edición que de los fueros realizó el Boletín oficial del Estado hace dos años, el “fuero, entendido como documento real o señorial que concede o pacta un régimen especial para ciertas personas, territorios o comunidades, formó parte del orden jurídico del pleno medievalismo tras los siglos oscuros de no declaración. Como diploma o instrumento jurídico autorizado del poder constituido atribuye prerrogativas, libertades, franquezas y exenciones por ser ante todo una carta de privilegio que confirma, renueva o altera el orden tradicional y sus usos y costumbres. Como carta de población, furo, franquinia, estatuto municipal o costum fue pasando históricamente de generación en generación por todos los territorios como doctrina básica. Convivió con otras normas consuetudinarias, jurisprudenciales y legales hasta su desplazamiento progresivo por las ordenanzas”.

Pero sigue ahí, en nuestra historia, recordándonos lo que fuimos y lo que debemos ser.

Con orgullo procedemos hoy, mil años después de su promulgación, a la lectura de los preceptos del Fuero de León, el Forum Legionense, de 1017 y 1020, el más antiguo conocido y, sin duda, el más relevante para marcar la historia occidental, porque sus preceptos se replicaron por todo el continente y, por ende, por los territorios dependientes de esa vieja Europa.G

Una treintena de ediciones reflejan la importancia que bibliográfica, histórica y legalmente ha tenido el fuero de León. Pero es la relevancia que, con orgullo – reitero-  le damos los leoneses a estos textos legales, a su marco histórico y geográfico.

Cuando la realidad tan cruel que estamos viviendo en este momento, amenazados por una pandemia que se ha llevado -y no lo podemos olvidar nunca- miles de vidas de compatriotas, miles de vidas de ciudadanos de la vieja Europa y de todos los puntos geográficos, cuando un maldito virus ha desestabilizado el mundo entero recordando nuestra debilidad, hemos de enraizarnos en lo esencial. Mil años no han cambiado las preocupaciones de las personas, su seguridad, su bienestar, su integridad, su familia y su hogar.

Y, para los leoneses, además del día a día que nos permita luchar por un futuro mejor, tomando nuestras decisiones y marcando nuestro rumbo, hemos de recuperar nuestro orgullo de pueblo. Ese pueblo autor de la primera representación de los derechos fundamentales de los ciudadanos en la historia de Europa.

Pueblo que antes que en otros territorios se dictaran leyes, tuvo concilios, fueros y reyes.

Orgullosos, conscientes del papel histórico, sabedores ya también de nuestra influencia en el derecho a la seguridad personal, la propiedad privada, la herencia, las garantías judiciales como precursores de una declaración de derechos fundamentales, damos hoy lectura a los preceptos, una lectura a la que doy la bienvenida a todos y agradezco la tarea que desde la Sociedad para el Fomento de la Cultura del País Leonés han realizado para estar en este impresionante Claustro recordando nuestra historia, nuestra herencia y generando un legado para las próximas generaciones.

Gracias asimismo al Cabildo Catedralicio por la cesión de este espacio y gracias, sobre todo, a los leoneses que -con honrados, honestos, serios y trabajadores- llevan el nombre de León por el mundo, herederos de un legado y constructores de un futuro.

Somos leoneses, solo leoneses y siempre leoneses, orgullosos de ser de aquí.

Procedamos, pues, a la lectura de los preceptos.”