Remigio intentaba contestar a la carta que había recibido. Desde que la animadora de la residencia les instó a entrar en aquel juego epistolar, un día si y otro también, alguno de los residentes recibía una misiva. Remigio había recibido el día anterior una y desde que la leyó tuvo encogido el corazón. Rosa anduvo merodeando alrededor de Remigio un buen rato, hasta que le espetó:

-¿Y cuándo piensas leerme la carta que recibiste ayer Remi? ¿O es que no la quieres compartir con los amigos?

– Verás es que…, esta carta me ha dejado descolocado. Si lo llego a saber, no me apunto al taller epistolar.

Mientras hablan se acerca Romualdo con su nieta que ha venido de visita. Remigio accede, le da la carta a Rosa: – Por favor, léela tú.

“Hola Remigio: Espero estés bien al recibo de ésta, yo me encuentro muy bien. Estoy viviendo en una residencia muy bonita y cómoda en pleno campo, muy cerca de mi casa. Pero no salgo mucho, soy una mujer muy miedosa, la vida no me fue muy bien hasta que se murió mi maltratador, luego todo cambió y pude rehacer mi vida; no del todo, el miedo, la humillación, la tensión, el desaliento, el desorden de sentidos y sentimientos en los que te va metiendo una relación tan tóxica como la que yo tuve, dejan cicatrices que nunca se borran. Así que cuando la alimaña murió intenté sentirme libre, pero fíjate hasta qué punto te deja marcada el veneno de la degradación que se sufre al lado de un ser enfermo y sin alma, ahora lo sé, que libre del todo no te acostumbras a ser. Bueno ya te he contado muchas cosas mías. Me despido y espero contestación, hasta entonces que los días te sean favorables.

Rosa posó la carta sobre su regazo, miró a Remigio, luego a Romualdo y a la nieta de éste. Remigio lloraba en silencio. La nieta de Romualdo posó las manos sobre los hombros de Remi:

– Es muy bueno llorar si te lo pide el cuerpo, te lo digo como amiga, y como sicóloga te diré que aunque te cueste mucho, debes contestar a esa carta. Debes vomitar en ella, todo lo que te está quemando dentro. Ahora que estás arrepentido del veneno que inyectaste en las vidas de tu madre y de tu compañera, tienes una oportunidad de oro para convertir en bien, el mal que tanto os perjudicó.

Mordida existencial: Vaya esta mordida para todas las personas que han sufrido y sufren maltrato. Sobre todo para las mujeres y sus hijos, que en esta etapa de pandemia, han tenido que soportar aún mayor desgarro en sus vidas.

Manuela Bodas Puente – Veguellina de Órbigo