Marta Zapata y Vanesa Marcos son enfermeras, forman parte del equipo sanitario que la Fundación Santa María la Real tiene en sus centros de atención a personas mayores de Aguilar de Campoo (Palencia) y Valdelafuente (León).

Ambas, así como sus compañeras auxiliares y el resto del equipo sanitario, han recibido con emoción la noticia de la concesión del Premio Princesa de Asturias de la Concordia. Lo sienten como propio, porque también han luchado en primera línea de fuego contra el coronavirus.

Esperan, eso sí, que el reconocimiento no se quede solo en eso, sino que invite a la reflexión y que sirva para mejorar la dotación, los recursos y los equipos tanto en los hospitales como en residencias y centros asistenciales.

“La crisis sanitaria ha supuesto un cambio radical en nuestro día a día”, asegura Marta Zapata, enfermera en Tercera Actividad Aguilar y la más veterana del equipo. Lleva ya 18 años trabajando en el centro aguilarense y no recuerda haber tenido que enfrentarse nunca a una situación como la vivida estos meses. “Ha sido duro”, reconoce y por momentos “estresante”, hemos tenido que zonificar, readaptar espacios y adoptar medidas de protección muy estrictas para evitar el riesgo”, explica.

A unos kilómetros de distancia, en Tercera Actividad Valdelafuente, en León, su compañera Vanesa Marcos, apoya y refuerza el testimonio, “el premio está muy bien, pero lo recibimos con menos ilusión de la que merece, por todo lo que hemos perdido en este tiempo y porque ha sido muy duro física y psicológicamente”.

Por eso esperan que más allá del reconocimiento, todo lo vivido, el trabajo realizado sirva para “para reflexionar, para que se entienda que necesitamos más recursos, más inversión en dotación sanitaria, para no volver a pasar por una situación así”. “Somos los grandes olvidados”, recuerda Vanesa, “los hospitales han desarrollado una labor encomiable, pero nosotros también, porque hemos tenido que hacer frente a casos similares con muchos menos recursos y trabajando con un colectivo de riesgo. Al comienzo de la crisis nos hemos sentido solos e impotentes”.

Aprender y afrontar nuevos los retos

Pese a las largas jornadas, a lo duro del trabajo, ambas coinciden al afirmar que “de todo se aprende hasta de las pequeñas cosas” y todo tiene su lado positivo. Por ejemplo, Vanesa recuerda que para ella el coronavirus fue una oportunidad de empleo, “entré en plena crisis, para reforzar al equipo de sanitarios de Tercera Actividad León”.  Por su parte, Marta reconoce que las largas horas compartidas le han servido para “conocer mejor a las personas con las que convivo y atiendo a diario, para escucharles, saber cuáles son sus necesidades y mejorar la atención”.

Las dos, como el resto de compañeras auxiliares, esperan poder volver pronto a la normalidad, “abrazar a sus familias” sin temor, mientras tanto, este Princesa de Asturias es, sin duda, un aliciente para seguir trabajando, reivindicando el papel de los sanitarios, no solo en los hospitales, sino también en las residencias.

El valor del equipo

Insisten, eso sí, en que el Premio es de todos, “la unión hace la fuerza y lo importante para que las cosas funcionen es el trabajo en equipo, seas o no sanitario”, dice Vanesa que hace extensivo el reconocimiento a todos sus compañeros.

El Princesa de Asturias reconoce la “entrega incondicional” de todos los sanitarios, “haciendo frente a largas jornadas de trabajo sin contar, en ocasiones, con el equipamiento y los medios materiales adecuados” lo que “representa un ejercicio de vocación de servicio y de ejemplaridad ciudadana”,

“Con un espíritu de sacrificio personal sobresaliente en favor de la salud pública y del bienestar del conjunto de la sociedad, se han convertido ya en un símbolo de la lucha contra la mayor pandemia global que ha asolado a la humanidad en el último siglo”, aseguran desde la Fundación Princesa de Asturias.

Marta, Vanesa y el resto de enfermeras o auxiliares, así como todo el equipo sanitario de Tercera Actividad forman parte de esos profesionales y este galardón servirá para seguir plantándole cara a la crisis con una sonrisa, la de quien es consciente de que pese a haber perdido varias batallas y aunque aún queda por luchar, está a punto de ganar la guerra.