El 1 de junio del 1252 se coronó en la Catedral de Sevilla el 23º Rey de León

Se tiende a nombrar, erróneamente, a Alfonso X como Rey de Castilla o rey castellano. La verdad sobre este asunto es que, un 1 de junio de 1252, el monarca nacido en Toledo fue coronado en la Catedral de Sevilla como Rey de Castilla, Rey de León, Rey de Galicia, Rey de Sevilla… así como reinos formaban la Corona de Castilla.

Y es que hay que resaltar que una Corona es un conjunto de reinos gobernados por un mismo monarca, pero con unas características bien diferenciadas. Es por ello que Alfonso X, apodado ‘El Sabio’, se establece como el rey número 23 de la estirpe leonesa. Aunque, como rey leonés, su mandato fue más bien pobre.

Alfonso X Rey de León

Hijo de Fernando III, Alfonso X tuvo en su poder, como príncipe heredero antes de la muerte de su padre, la administración de varios territorios y villas en el Reino de León. Es por ello que muchos documentos acreditan a ‘El Sabio’ como Rey de León, que es como se le conocía entre las gentes del lugar.

Sin embargo, a la muerte de Fernando III y su proclamación como Rey, la sabiduría e inteligencia del monarca dieron paso a la locura y la obsesión. Y es que, al igual que había sucedido con Alfonso VI y Alfonso VII (ambos reyes leoneses), las ansias de coronarse como emperador de toda Hispania marcaron su mandato.

La negativa desde el Vaticano a reconocer su territorio como Imperio le llevaron a autoproclamarse emperador; aunque solo sería reconocido en el territorio castellano. E iba a ser la Catedral de León su templo imperial.

Castilla, ante todo

Su obsesión por resaltar la hegemonía de Castilla, por encima de los demás reinos de la Corona, le llevaron a tener serios enfrentamientos con la nobleza leonesa, gallega, sevillana… y demás.

En cada territorio se llevaba a cabo el cumplimiento de leyes distintas. En el Reino de León se acataba el Liber ludiciorum o Libro de los Jueces (también llamado Libro de León), un documento heredado de la época visigoda. Y, al igual que este libro en León, en el resto de reinos se daban leyes diferentes a las regidas en Castilla.

La idea de Alfonso X fue la de redactar las Siete Partidas, un único documento legislativo con la pretensión de aplicarse en todos los territorios de la Corona. La respuesta, como es lógica, fue de un rotundo “no” entre los diversos reinos. Siendo el malestar general y el descontento contra el monarca la sintonía entre los nobles y ciudadanos de los demás reinos.

Solo en esta guerra

La popularidad de Alfonso X entre los nobles de los demás reinos era más bien poca. El perdonar los tributos que el Reino de Portugal debía pagar al Reino de León, acordado en épocas pasadas, contribuyó a un rechazo absoluto de la sociedad leonesa con su propio rey.

Con todo esto, la invasión musulmana aún no había visto su final. Y es cuando, reuniendo a las tropas de sus reinos para hacer frente a los territorios no cristianos, Alfonso X se da cuenta que nadie quiere prestarle su ayuda en batalla. Dicho de otra forma, Alfonso estaba solo.

¿Quién heredará la Corona?

La muerte prematura del príncipe heredero, Fernando de la Cerda, causa una nueva polémica en su reinado. ¿Quién debe heredar la Corona a su muerte? Alfonso X propone a su otro hijo, Sancho; pero este hecho disgusta a su esposa, Violante de Aragón, la cual exige que sea el hijo de Fernando de la Cerda, Alfonso de la Cerda, el que obtenga esta herencia.

A Alfonso X se le ocurre la gran idea de crear el Reino de Jaén para Alfonso de la Cerda. Esto conlleva dos cosas. Su esposa, Violante de Aragón, decide volver a su Reino, dejando a Alfonso X. Y, a su vez, Sancho no aguanta más y se revela, junto a sus hermanos, contra Alfonso X.

Comienza la Guerra Civil entre los que quieren a Sancho de Rey y los que quieren a Alfonso de la Cerda como tal. Sancho comienza una campaña propagandística en la que expresa que Alfonso X es un “loco y leproso”, y es que hay que resaltar que un tumor había deformado la cara del monarca y le había sucedido episodios de locura e ira.

Finalmente, en su lecho de muerte, Alfonso X deja en herencia la Corona a Alfonso de la Cerda o a Fernando de la Cerda. Aunque será Sancho, con más apoyos, el que consiga este título en el 1284.

firmado por “Christian Fernández