Sinceramente no puedo decir que me sorprenda, después de 36 años ya nos conocemos, pero tengo que reconocer que sí me produce cierto estupor escuchar y leer a políticos, a los que se supone una cierta cultura política decir tonterías como que “no les gustan las fronteras ni en Cataluña, ni en León” o que “son tan malos los separadores como los separatistas”.

Sobre las declaraciones, desde diversos ámbitos, de que la autonomía leonesa es anticonstitucional ya no voy ni a comentar. Mucho me temo que la mayoría de estos “expertos” no se han leído debidamente la Constitución.

Pero lo que ya es para nota es leer que hay que cambiar la Constitución para eliminar el artículo 143 porque “ya no se puede aplicar”. ¿Y eso quien y dónde lo ha decidido? Porque está claro que si fuera cierto que dicho artículo no se puede aplicar, no existiría ninguna urgencia para eliminarlo ¿no les parece?

Y no puedo resistirme a citar al ex-presidente Zapatero cuando, con mucho más desparpajo que veracidad, se atrevió a decir en televisión que “todas las autonomías se crearon ex-novo porque no existían”. Es verdad que no existían las autonomías, es totalmente falso que todas se crearan ex-novo.

Y esta segunda realidad es tan fácilmente comprobable como buscar un mapa político de 1978, en el que aparecen todas las regiones españolas (a las que se refiere el Artículo 2º de la Constitución) según la división regional y provincial vigente y establecida por el Decreto-Ley de 30 de noviembre de 1833, conocido popularmente como “Ley de Javier de Burgos” y compararlo con el mapa político actual. Excepto León, las dos Castillas y Murcia, todas las demás autonomías se constituyeron, como no podía ser de otra manera, siguiendo la división regional en vigor.

Sin embargo, con las cuatro regiones citadas, y sabe Dios debido a qué intereses particulares, los políticos de la transición, principalmente del PSOE y de UCD, decidieron jugar a aprendices de brujos, negaron al Reino de León su derecho a la propia autonomía y trocearon las dos Castillas en cinco comunidades diferentes. Para compensar a Castilla la Nueva de dejarle sin Madrid, le añadieron Albacete y para compensar a Castilla la Vieja de dejarle sin Santander y Logroño, le agregaron las tres provincias leonesas.

Ya lo dice el refrán, algunas ideas las carga el diablo y, además, en el caso de la macroautonomía mal llamada de “Castilla y León” no sólo cargó el diablo la idea sino que siguió cargando el desarrollo de la vida de dicha división administrativa de nuevo cuño.

Desde el gobierno de la Junta (dirigido 2 años por el partido socialista y 34 por el partido popular) pero con la aquiescencia tácita de casi toda la oposición (con la honrosa excepción de UPL) se ha venido manipulando la historia para tratar de hacer desaparecer, a cualquier precio, la identidad leonesa, tratando de convencer a los más manipulables, nuestros niños y jóvenes, que nos encontramos ante una entidad que permanece inmutable desde la noche de los tiempos.

Lo malo para ellos es que, aunque han conseguido lavar cerebros, la mayoría de los leoneses seguimos sin creérnoslo y cuando, una vez más, tratamos de que se remedie una situación que nunca debió darse, nos encontramos con nuevos ataques manipuladores que tratan de desvirtuar con falsedades, argumentos muy serios (identitarios, históricos y económicos) que avalan la creación de la comunidad autónoma Leonesa.

No puedo terminar estas reflexiones sin constatar que, cada vez que oigo que cualquier miembro de los partidos (PP, PSOE, C’s) que se dicen “constitucionalistas” y sin embargo, hacen caso omiso de principios tan fundamentales de la Constitución como son la igualdad de derechos, el derecho a la autonomía de las regiones (que no pueden ser otras que las existentes en 1978) y el derecho a la libertad de expresión, manipulan a la opinión pública hablando de “independencia” y de “poner fronteras”, me pregunto ¿qué entienden dichos partidos políticos por democracia?.

¿Son independentistas todas las comunidades autónomas? ¿Hay fronteras entre unas y otras? La respuesta es NO en ambos casos ¿por qué, entonces, manipulan a la opinión pública con sus mentiras?

La Constitución no es un arma arrojadiza que se puede citar (con o sin fundamento) cuando unos determinados políticos desean “salirse con la suya” sino que es un conjunto de preceptos que deben ser respetados TODOS y por TODOS.

¿Hay cosas mejorables en la Constitución? Sin duda, por ejemplo la discriminación por razón de sexo en la sucesión a la Jefatura del Estado pero, lo que no es de recibo es que se pretenda utilizar la Carta Magna para seguir discriminando a un pueblo, el leonés, que está reconocido por la UNESCO como Cuna del Parlamentarismo y cuyo emblema (el león) ocupa uno de los cuatro cuarteles del escudo nacional, perfectamente diferenciado del emblema castellano.

Alicia Valmaseda Merino
LEONESA