En León se denomina jicho a esos pequeños muñecos de plástico que representan principalmente soldados, indios o vaqueros, y con los que tantos niños jugaron hace décadas.

Partiendo de esos jichos, se llega a una serie de imágenes donde se descontextualiza el juguete, sacándolo de su entorno natural para ser humanizado mediante el retrato fotográfico. Todas las imágenes están tomadas sobre fondo neutro, con planos muy cerrados y desde una mirada frontal, para enfrentar sin ambages al espectador con el personaje-objeto retratado.

La ausencia de color, además de acentuar la evocación del pasado, por otro lado, ya inherente a los objetos y al espectador que pudo jugar con ellos, aumenta la aspereza del retrato, huyendo de la mera catalogación pop del juguete. En cada retrato hay una búsqueda de tensión, en lucha con el equilibrio compositivo, y con la iluminación, que puede pasar de tenue y envolvente a violenta y dura en función de la expresividad de cada personaje retratado.

Pablo Bernabé