A pesar de los intentos de Antonio Silván por disimular la debacle, lo cierto es que los datos del turismo reflejados por la encuesta del INE demuestran que el esfuerzo de la Capitalidad Gastronómica no ha tenido los resultados esperados

Otra de las cuestiones que cabe preguntarse es: ¿El beneficio que haya provocado (si lo hubiera hecho) se ha repartido entre todo el sector de la ciudad?

Evidentemente no, puesto que si nos fijamos en el desarrollo de los actos, estos han estado concentrados en un área muy concreta, reduciendo el posible beneficio a puntos específicos y dejando marginados al resto.

Por mucho que se haya echado mano del recurso estadístico destinado para compensar la estacionalización, lo cierto es que la Capitalidad Gastronómica ha sido el año pasado y los datos demuestran que el efecto que ha tenido ha sido menor que otros años.

No se puede achacar únicamente el fracaso a la falta de plazas de San Marcos (más a los pisos turíscos, que debe vigilar la Junta o permitir a los Ayuntamientos que lo haga); estropicios como el desastre de la Playa del Grano o mantener Ordoño II en obras la práctica totalidad del año han tenido un impacto negativo no sólo para el sector turístico sino también el comercial.

Negar la evidencia es ya práctica habitual del equipo de Gobierno, instaurado en una huida adelante sin sentido, incapaz de sacar adelante los contratos administrativos, que abusa de las subvenciones directas debido a esa incapacidad, que no ejecuta los presupuestos e interpreta a su conveniencia los convenios firmados a pesar de que se incumplan.